La Real Fábrica de Paños
Consta que 25 años después de su instalación, es decir, hacia el año 1745, la Real fábrica de Paños de Guadalajara era ya una empresa consolidada, que daba trabajo a un millar de personas capaces de mover más de cien telares.
Muchos de los que hoy vivimos en Guadalajara nos sentimos a veces extrañados de la tierra en que pisamos. Guadalajara, como ciudad y provincia, ha ocupado siempre un lugar importante, que el ciudadano de a pie por lo general desconoce. La historia de Guadalajara es amplísima, rica y variada según épocas, en noticias que el ciudadano medio debería conocer. Por fortuna, la provincia ha contado y cuenta con alguien que la escriba. Los sucesivos Cronistas Oficiales nos han ido dejando información de extraordinario interés, a los que el ciudadano de hoy puede echar mano, y ponerse al corriente de lo que es y de lo que fue la tierra en la que pisa, donde encontraremos mucho que conocer. Ese ha sido mi caso, una vez más, al hallar referencia fiel del asunto que hoy trato. “La Fábrica de Paños”. Tema que os ofrezco en homenaje de gratitud a nuestros últimos cronistas provinciales, que saco literalmente de mi reseña en el “Diccionario de Guadalajara”.
“En el palacio de los señores marqueses de Montesclaros se instaló en 1719 la Real Fábrica de Paños, según idea del barón Ripperdá. Especialistas en esa actividad laboral procedentes de otros lugares de España y de lejanos países centroeuropeos, se avecindaron como consecuencia en Guadalajara. No fueron buenos después los tiempos para la Fábrica de Paños; apenas funcionó durante un siglo con intervalos mejores y menos buenos, pese a la admirable calidad de sus productos (paños finos por lo general) y al empeño por parte de la ciudad por mantenerla. Hasta su desaparición después de la Guerra de la Independencia, perteneció a la Real Junta de Comercio, a la Real Hacienda y al gremio de pañeros de Madrid.
Consta que 25 años después de su instalación, es decir, hacia el año 1745, la Real fábrica de Paños de Guadalajara era ya una empresa consolidada, que daba trabajo a un millar de personas capaces de mover más de cien telares. En el último cuarto del siglo XVIII, ahora bajo la dirección del Estado, movió cerca de seiscientos telares, y en ella trabajaban en torno a unos cuatro mil empleados con carácter fijo. Pero sería hacia el año 1800 cuando la empresa llegó a contar con veinticuatro mil personas a su servicio, teniendo en cuenta las sucursales de Brihuega y San Fernando, lo que supuso para la ciudad un gran impulso y un aumento considerable de población. Entre 1808 y 1820 la prestigiosa industria fue decreciendo paulatinamente en su actividad y producción por causas políticas ajenas a ella misma, hasta su desaparición definitiva poco después, con lo que concluyó todo un siglo de esplendor para la capital de provincia”. A todos mis lectores, para terminar, un feliz y próspero año nuevo.