La tapa que tapa el paro
01/10/2010 - 09:45
El comentario
Consuelo Sánchez-Vicente Periodista
Gran ruido de dineros y de saqueadores esposados... Impresionante. Pero lo importante, lo que tapa la tapa, es la crisis y su variable más dramática, el paro -rampante, creciente, humillante-. El paro ataca la dignidad de la persona como bien recordó el Príncipe Felipe en la última entrega de los Premios Príncipe de Asturias.
La ataca doblemente, cuando pierdes el empleo y te ves en tu casa solo con tu miedo, mientras tu mundo se tambalea y ves titilar en los ojos de tus hijos o de tus padres un signo de interrogación -qué va a ser de nosotros, dicen sin decir- y cuando en la cola del paro vas tomando conciencia, mirando a tu alrededor, de cuántos y cuántas hay como tu junto a tí, y como vuelven mes tras mes, como tu, casi todos, a sellar la cartilla. Cuando notas en carne propia que lo peor de esta crisis, como no dicen los políticos y dicen los economistas, está efectivamente por llegar a las familias.
Políticos, cuarta preocupación de los españoles por encima del terrorismo y la vivienda, según la última encuesta del CIS; y de mal en peor porque en la penúltima no eran la cuarta sino la quinta. Políticos del Gobierno y de la oposición, representantes legítimos nuestros, que hablan de sus cosas mientras el eurocomisario Almunia, socialista, le dice al presidente Zapatero que si no hace ya algo, en déficit y paro España irá de furgón de cola del tren de la UE hasta el 2012, y el miedo a ser el próximo parado se abre paso en las calles por las que los -cada vez menos- afortunados que aun tienen trabajo se afanan como hormigas desde antes de amanecer, sin chistar ni decir mu al jefe (salvo que seas un liberado sindical, claro).
Rajoy, reunido son sus problemas internos por culpa del ansia de poder de algunos de los suyos, Zapatero preparando su semestre glorioso, la próxima presidencia española de la Unión Europea, con el cambio climático y la modernidad por bandera mientras el ecosistema laboral se le pudre en su propio país (el nuestro, este) y amenaza la paz. ¡Ay, si no fuera por el sólido colchón de solidaridad que aun representan en nuestro país las familias! Es sólo una presidencia de turno, que nos toca, vamos. O sea, sin mérito alguno por nuestra parte. Pero, él, el presidente, como si hubiera inventado la UE. La tapa que tapa el paro es, estos días, la corrupción política, casualmente reverdecida justo cuando la realidad va haciendo buenos (en realidad, malos) los peores augurios domésticos y foráneos. Lo peor de la crisis aun está por llegar a las familias, oímos mientras los polítiquillos se dedican a sus politiquillas. No está por llegar, está llegando; el vecino, una hermana, uno mismo. No hace falta que nos lo digan: lo estamos notando.
Políticos, cuarta preocupación de los españoles por encima del terrorismo y la vivienda, según la última encuesta del CIS; y de mal en peor porque en la penúltima no eran la cuarta sino la quinta. Políticos del Gobierno y de la oposición, representantes legítimos nuestros, que hablan de sus cosas mientras el eurocomisario Almunia, socialista, le dice al presidente Zapatero que si no hace ya algo, en déficit y paro España irá de furgón de cola del tren de la UE hasta el 2012, y el miedo a ser el próximo parado se abre paso en las calles por las que los -cada vez menos- afortunados que aun tienen trabajo se afanan como hormigas desde antes de amanecer, sin chistar ni decir mu al jefe (salvo que seas un liberado sindical, claro).
Rajoy, reunido son sus problemas internos por culpa del ansia de poder de algunos de los suyos, Zapatero preparando su semestre glorioso, la próxima presidencia española de la Unión Europea, con el cambio climático y la modernidad por bandera mientras el ecosistema laboral se le pudre en su propio país (el nuestro, este) y amenaza la paz. ¡Ay, si no fuera por el sólido colchón de solidaridad que aun representan en nuestro país las familias! Es sólo una presidencia de turno, que nos toca, vamos. O sea, sin mérito alguno por nuestra parte. Pero, él, el presidente, como si hubiera inventado la UE. La tapa que tapa el paro es, estos días, la corrupción política, casualmente reverdecida justo cuando la realidad va haciendo buenos (en realidad, malos) los peores augurios domésticos y foráneos. Lo peor de la crisis aun está por llegar a las familias, oímos mientras los polítiquillos se dedican a sus politiquillas. No está por llegar, está llegando; el vecino, una hermana, uno mismo. No hace falta que nos lo digan: lo estamos notando.