La tortura de la PAU

07/06/2025 - 11:49 Pedro Villaverde Embid

El problema, ahora, es que a muchos de los estudiantes que se han examinado la nota de estos días si puede impedirles entrar en la carrera universitaria deseada y no porque no tengan capacidad sino porque el listón para muchas especialidades está muy arriba, hasta el punto de ser bochornoso.

Ver como mis ahijados se han enfrentado con nervios y preocupación a cuatro días de exámenes para superar la ahora llamada Prueba de Acceso a la Universidad nos ha retrotraído a aquel inicio del verano de 1990- nada menos que hace 35 años- cuando nos tocó a nosotros sufrir la entonces Selectividad realizada en el instituto de Formación Profesional, junto a la estación del tren, en dos calurosas jornadas que no evitaron hacernos temblar como si fuese el duro invierno. Comenzadas las pruebas los nervios se nos fueron templando y nos centramos en la tarea. El resultado fue perder casi un punto en la media que habíamos obtenido en el bachillerato, aunque no nos hizo falta. El problema, ahora, es que a muchos de los estudiantes que se han examinado la nota de estos días si puede impedirles entrar en la carrera universitaria deseada y no porque no tengan capacidad sino porque el listón para muchas especialidades está muy arriba siendo preciso, casi, ser un genio para llegar al corte. Es injusto el nivel de exigencia en bastantes casos y que jóvenes con vocación e ilusión por cursar un determinado estudio no puedan hacerlo. 

  Es necesaria la PAU, sin duda, porque es una prueba igual para todos los alumnos, llegados de muy distintos centros que evalúan con diferentes criterios, por un principio de igualdad. Aquí son los mismos calificadores de conocimientos para todos, y eso está bien, aunque en nuestro caso nos pareció poco apropiado que cuatro años de estudios en el instituto Brianda de Mendoza tuviesen el mismo valor que dos jornadas maratonianas de Selectividad, pero eran- y son- las reglas del juego. Deseamos a todos los sufridores de estos cuatro días de calvario, metafóricamente hablando claro, que consigan lo que necesiten para afrontar el futuro proyectado. Y si no es así, tranquilos, porque siempre hay, aunque tengas que irte a un lugar lejano a estudiar o perder algún curso, caminos para llegar a la meta deseada. Alejandro y Amanda, mis adorados niños- ya adultos-, como el resto de examinados, lo merecen. Mucha suerte y a disfrutar de la vida que tienen por delante, esa que los demás sentimos se nos va consumiendo.    

 De las polémicas generadas que han llenado las redes sociales estos días mejor ni hablar. Nuestros jóvenes no se lo merecen ni tampoco hacer exámenes distintos si viven en un lugar u otro de España.