
Enrique Delgado
Tras muchos años de enfermedad, sobrellevada con una perenne sonrisa, humor inteligente, fortaleza de ánimo e infinita valentía, pocos meses antes de cumplir los 70 años fallecía el profesor y fotógrafo Enrique Delgado, nuestro ‘Enri’.
Le faltó un poco para alcanzar los setenta, pero sopló las velas de la tarta en la celebración conjunta de su cumpleaños y el de su esposa, la también creativa Laura Domínguez, que en su caso festejaba los sesenta. Por ello en la tarta ponía ‘670’, otro detalle de originalidad de una pareja de genios, dos personas inteligentes, transgresoras respecto a lo habitual, divertidas y atrevidas ante los retos y situaciones de la vida, con actitud torera.
Desde los catorce años ‘Enri’ tuvo siempre una máquina de fotos entre las manos y con ella retrató el mundo desde su propia visión haciendo arte de una instantánea de un vaso de agua, un baldosín o unas escaleras. Fotografió todo tipo de objetos en los más diversos lugares del mundo siendo capaz de ver más allá de lo que cualquier otro aprecia. La selección de 52 fotografías que hace un par de navidades pudimos contemplar en el Museo Sobrino fue un homenaje a su obra, pero también a su humanidad, al cariño que transmitió y que le fue correspondido en una sala llena de amigos, unidos por la admiración, el reconocimiento y el afecto a la persona y el personaje. Similar fue su misa de funeral con una capilla a rebosar de gente.
Sus fotos, que reflejan la realidad de forma geométrica, transmiten emociones y a través de ellas vivirá para siempre como expresión de su talento. Para los que convivimos con ‘Enri’, teniendo ocasión de compartir inolvidables momentos, nos queda como legado- además de una de sus fotografías en el hall de casa con la que nos obsequió- el recuerdo de una amistad que ha sido un privilegio, la oportunidad para aprender de un hombre sabio y bueno. Ahora toca rendirle homenaje a nivel de Guadalajara con algo que perpetúe su memoria como personaje ilustre que es de la ciudad.