Entre todos mejor: las hacenderas, una tradición centenaria más viva que nunca en la provincia
Muchos pueblos pequeños suplen arcas municipales boyantes con la colaboración vecinal.
El bien o la utilidad común. Limpiar las calles, la cañada real, los márgenes de una carretera o la entrada del pueblo. Arreglar algún elemento público, como un pozo, una fuente... Las necesidades en los pueblos, sobre todo en los más pequeños, son inmensas. Y los recursos habitualmente suelen escasear. De ahí que las hacenderas hayan sido desde hace décadas un recurso muy valioso para mantener la decencia del pueblo. Decencia en los términos en los que la conocen nuestros mayores. Como limpieza y orden.
Definida hacendera por la Real Academia de la Lengua como “trabajo a que debe acudir todo el vecindario, por ser de utilidad común”, hay ayuntamientos de Guadalajara que siguen convocando, principalmente en verano, a sus vecinos para que echen una mano en aquello que hace falta. Uno de los pueblos más activos en este sentido es Riba de Saelices.
Hace escasas semanas se celebraron unas hacenderas populares para la limpieza, desatranque y labores de mantenimiento en el manantial de la Fuente de Arriba. Tras varios años sin ningún tipo de asistencia, los tubos de sus captaciones estaban llenos de raíces, lo que provocaba una insuficiencia de caudal entre dicho nacimiento y la población. La vinculación de este pueblo con este tipo de trabajos comunales es de las más marcadas.
“La tradición de Riba de Saelices marcaba una hacendera coincidiendo con San Pedro, a finales de junio”, explica el alcalde, Ricardo Villar. Se trataba de una jornada de limpieza general y trabajos de mantenimiento de los caminos del pueblo. “Era una especie de zafarrancho que se mantuvo vigente hasta que llegó la despoblación”. Sin embargo, el alcalde reconoce que en realidad nunca se perdió esa cita, aunque fuera con pocos voluntarios. “El objetivo principal es fomentar los trabajos para el vecino apelando a lo nuestro, a nuestra herencia”.
De hecho, Villar reconoce que los que han mantenido viva esta tradición han sido los propios vecinos de Riba de Saelices. “Desde el Ayuntamiento publicamos un bando para convocar la hacendera y, hasta ahora, nunca ha fallado la gente. Es cierto que hay un núcleo importante de personas que siempre viene, pero también puedo decir que cada vez hay más jóvenes que se suman”. En cuanto a la última cita de arreglo de las redes del manantial, Villar la califica como “una alegría”, por lo que supuso recuperar esa captación, aunque no pertenezca a la red de abastecimiento domiciliario.
Lo que caracteriza a esta localidad es que las hacenderas no se han convertido en una jornada para rememorar tiempos mejores. “Las hacemos con frecuencia ya sea para podar en el pinar o para sembrar arbolado que nos entregan las administraciones, como los tejos que plantamos el último invierno”. El pasado año también se celebraron dos jornadas “multitudinarias” para consolidar el antiguo tejar municipal, “así que no es que estemos rescatando la figura de las hacenderas, sino que es algo que está muy vivo en este pueblo”.
El alcalde lo tiene claro: “Hay apego y convicción en que son necesarias, porque al final no todo está en la cuenta corriente. Es una figura de hermandad, pues después el Ayuntamiento invita a un vino o a un almuerzo, aunque eso esté ahora más limitado por culpa de la pandemia. Pero lo que no cambia es esa figura del trabajo para el bien común”.
No obstante, Ricardo Villar comprende que esta práctica se haya extinguido en otras localidades, “donde quizá no hay tanta inclinación por este tipo de trabajos, además de que haya aparecido el mercantilismo que hace que alguien no participe en una labor si no cobra”. Por ello, Villar insiste en que hay que fomentar el valor de la unidad, eso sí, sin “cansar” a los vecinos. Eso no quita, sin embargo, que desde este pueblo organicen una media docena de hacenderas al año. Depende de la actividad, tienen más o menos voluntarios. “Algunos prefieren sembrar y otros picar, por lo que cada uno se presta a lo que más le apetece”.
También en Fuentelencina están acostumbrados a convocar a los vecinos a las hacenderas públicas. “Antiguamente se celebraban para limpiar arroyos o caminos y ahora tratamos de traer al presente esa tradición, por ejemplo, para limpiar la vía pecuaria o realizar plantaciones en el Día del Árbol”, explica el alcalde, Santos López. Evidentemente, reconoce que algunas de estas actividades comunales “las podrían realizar los alguaciles, pero si nos juntamos 20 o 30 personas en una mañana nos cunde mucho más y encima pasamos el día”. Y no se olvida López de la concienciación, casi tan importante como el resultado de estas peonadas altruistas. “Hay que darse cuenta de que las cosas no se hacen solas”.
Eso sí, confiesa el alcalde de Fuentelencina que la movilización actual no es como la de antes. “Teníamos un vecino que después de las hacenderas nos invitaba a su finca a una barbacoa y luego nos enseñaba su ganadería. Eso atraía a muchas personas. Pero lamentablemente este vecino falleció y ahora se motiva a menos gente”, lamenta Santos López. De cualquier forma, la media está entre 15 y 20 voluntarios por hacendera, que suele ser convocada en fin de semana o durante el verano. Y no se olvidan de los niños, que también participan en actividades comunitarias para reforzar ese sentimiento de unión y para valorar la limpieza de las calles.
Una de las últimas hacenderas se celebraron hace escasas semanas y se centraron en la limpieza de la Cañada Real Soriana que discurre junto a la carretera CM-200. “Desde la ventanilla del coche se tira de todo: botes, botellas, papeles, sacos... somos unos guarros”, denuncia el alcalde de Fuentelencina. En sólo una jornada se recogieron 10 bolsas grandes de residuos. “A todos nos gusta tener la entrada del pueblo limpia, pues al final es nuestra carta de presentación. Además, los que participan en esta actividad se unen aún más”, apunta el regidor.
En las pedanías de Cifuentes también recurren a hacenderas cada cierto tiempo. El Ayuntamiento se presta para ayudarles en el caso de que necesiten material, aunque principalmente son jornadas de limpieza ambiental. “Una de las hacenderas recientes fue para arreglar un parque, y nosotros estamos encantados de colaborar”, señala el alcalde Marco Campos.
De esta forma, las hacenderas parecen tener mucha vida por delante en los pueblos de Guadalajara. Aquí hay sólo tres ejemplos, pero esta iniciativa se repite hasta en municipios de mayor población en jornadas ambientales para la plantación de árboles o en limpieza de la ribera de ríos.