Las mujeres reivindican reconocimiento para su callada labor en el mundo rural

15/10/2011 - 00:00 Sonia Jodra

 
En Guadalajara existen 6.188 titulares de explotaciones agrarias. De ellos, el 77,1 por ciento (4.768) son hombres y tan solo un 22,9 por ciento (1.420) son mujeres. Del total de las mujeres, 621 tienen más de 65 años. En resumen, el 43,7 por ciento de las mujeres titulares de explotaciones están en edad de jubilación. Las cifras despistan y no demuestran el verdadero puntal que constituyen las mujeres en el medio rural. Hoy es su día y este año cuentan con un regalo especial, en tres meses entrará en vigor la nueva Ley de Titularidad Compartida de Explotaciones Agrarias. Con esta herramienta su trabajo abnegado e imprescindible se hará más visible.



  Belén San Miguel tiene 27 años, un título de Ingeniería Agrícola bajo el brazo y es la titular de la explotación agraria con la que gestiona las tierras arrendadas de su familia en Hita. Ella no es invisible. Es una de las poco más de 30.000 mujeres que en Castilla-La Mancha son titulares de explotaciones. Los hombres las triplican en número. Su caso no es lo habitual. Las mujeres desarrollan un papel protagonista en el medio rural, donde son agricultoras, ganaderas, contables, administradoras, peones, capataces... Pero su labor es silenciosa, poco visible. Tradicionalmente son sus maridos, sus padres o sus hermanos quienes figuran como titulares de las explotaciones y ellas alcanzan la edad de la jubilación, tras años de intenso trabajo, sin haber generado derecho alguno para percibir pensión. Hoy se celebra el Día Internacional de la Mujer Rural y ellas, las protagonistas de este día, cuentan con un regalo especial. La pasada semana se publicaba en el BOE la Ley de Titularidad Compartida de Explotaciones Agrarias.

  “Por fin asistimos, después de muchos años de espera, al reconocimiento legal de la mujer rural”, asegura José María Fresneda, secretario general de Asaja Castilla-La Mancha. Para algunas, la Ley llega tarde. Rosa María Cañete Tomás tiene 46 años. “Con esta edad no voy a llegar a cotizar los años necesarios para poder tener jubilación”, asegura, reconociendo que para las más jóvenes puede resultar positivo. Rosa María reside en Loranca de Tajuña desde que se casó, hace ya 24 años. Su marido es agricultor y en estas más de dos décadas ella ha sido su mejor apoyo. Se encarga de todo lo relacionado con el “papeleo” y, por supuesto, de atender su casa y a sus dos hijos. Piensa que el trabajo en el campo no está muy reconocido, aunque admite que si finalmente su hijo decide continuar con la actividad de su padre lo admitirá de buen grado.

Minoría cualificada

Los datos del último censo agrario elaborado por el INE, el del 2009, indican que en Castilla-La Mancha existen 116.305 titulares de explotaciones agrarias. De ellos, el 70 por ciento (82.360) son hombres y tan solo un 30 por ciento (33.945) son mujeres. Del total de las mujeres, 11.958 tienen más de 65 años. En otros términos, el 35 por ciento de las mujeres titulares de explotaciones están en edad de jubilación. Pero la aportación real de las mujeres a la actividad agropecuaria supera, de largo, las cifras. Se calcula que existe un número elevado de mano de obra familiar femenina, aunque en estos casos, la dedicación de tiempo en las labores del campo no se realiza a tiempo completo.

   En total, 70.363 mujeres colaboran con las actividades, aunque sólo 385 lo hacen el cien por cien. A estas cifras, hay que añadir aquellas mujeres que trabajan por un sueldo fijo en explotaciones agrarias, 3.765. “Existe un número muy alto de mujeres que se encuentran vinculadas a las explotaciones agrarias familiares en calidad de cónyuges, hijas de titulares u otras, las cuales no suelen cotizar a la Seguridad Social, lo que origina un menor reflejo de su papel en la agricultura. Un auténtico fenómeno de invisibilidad”, señala José María Fresneda.

  En Guadalajara las cifras no son muy distintas. Siempre según datos del INE, existen 6.188 titulares de explotaciones agrarias. De ellos, el 77,1 por ciento (4.768) son hombres y tan solo un 22,9 por ciento (1.420) son mujeres. Del total de las mujeres, 621 tienen más de 65 años, el 43,7 por ciento, y sólo dos tienen menos de 25 años. Hay 36 mujeres de entre 25 y 34 años, 146 de 35 a 44, 274 de 45 a 54 y 341 de 55 a 64. Un total de 134 mujeres trabajan como asalariadas en las explotaciones agrarias, sólo 71 a tiempo completo, 32 lo hacen durante menos del 25 por ciento de la jornada.

   El perfil típico de la mujer rural es el de una mujer casada de 50 años, con una media de 2,3 hijos y que dedica diariamente cinco horas a actividades fuera del hogar y ocho a las tareas domésticas. Las explotaciones dirigidas por mujeres suelen ser de dimensiones bastante más pequeñas que las dirigidas por los hombres.

   El 82 por ciento de las mujeres ayuda en las explotaciones agrarias, pero el 59 por ciento no paga ninguna cotización social por el desempeño de una actividad económica. Retorno “La coyuntura económica por la que atraviesa el país en la actualidad ha motivado el regreso de muchos a los pueblos, entre ellos, muchas jóvenes preparadas con un fuerte potencial para llevar a cabo una verdadera revolución en el campo que habrá que aprovechar en un futuro inmediato, si no queremos que continúe envejeciendo y desapareciendo este colectivo”, indica el secretario regional de Asaja.

   Una de esas “jóvenes preparadas” es Belén San Miguel. Miembro de una familia de agricultores, al finalizar su carrera de Ingeniería Agrícola en 2007, tuvo que tomar una decisión difícil; buscar como el resto de sus compañeros de promoción un puesto de trabajo en el mundo de la empresa o hacerse cargo de las tierras de su familia puesto que su tío, titular hasta entonces de las mismas, se jubilaba. Optó por la segunda y hoy no se arrepiente de haberlo hecho. “Me hice joven agricultora y creo que esto me ha abierto algunas puertas”. Las puertas que ha abierto han sido las de la formación. En el último mes, Belén ha impartido unos 12 cursos a agricultores, a través de Apag, con una media de 40 alumnos por curso. “Sólo en un un curso he tenido a una mujer”, indica. A pesar de estar en clara minoría, no se siente discriminada por su condición femenina. Asegura que se siente “muy respetada” en su actividad y señala que lo que ha hecho es “aplicar los conocimientos de su formación” a casos prácticos que puedan servir a sus alumnos. Ahora sabe que su decisión fue la correcta, mientras observa la situación que viven algunos compañeros de Universidad, a quienes les resulta mucho más difícil acceder a actividades como la que desarrolla ella, “por no tener un contacto directo con el mundo agrícola”.

  A pesar del momento de dificultad económica que atravesamos, las mujeres del mundo rural observan el futuro con optimismo. “Nosotros llevamos muchos años sufriendo la crisis”, asegura Rosa María Cañete, “las subvenciones de la PAC ayudan algo, pero entonces el propietario de las tierras te pide más por el arrendamiento, sin darse cuenta de que estas ayudas son para compensar las caídas de los precios”. En este día, en el que se reconoce su impagable trabajo en el desarrollo del medio rural, Rosa María asegura que “nosotros el cinturón lo llevamos abrochado siempre”, recordando las dificultades que sufren, por ejemplo, durante los años de sequía.