Las obras de la iglesia de San Gil de Molina siguen avanzando a buen ritmo
El templo podría reabrirse para la fiesta de la Virgen del Carmen
Sin prisa pero sin pausa, siguen avanzando las obras de reforma de la iglesia de Santa María la Mayor de San Gil de Molina de Aragón. Tras los meses de parón que supuso el hallazgo de restos cuando empezaron las obras, ahora se ejecutan con normalidad con la vista puesta en que esté operativa, previsiblemente, para la festividad de la Virgen del Carmen, aunque lo “importante”, como reseña el párroco moderador de Molina de Aragón, Raúl Pérez, es “hacerlo bien”.
El objetivo de estas obras es rehabilitar el templo para lograr un mejor confort, con nueva calefacción, ya que había un mal abastecimiento de calor por el deterioro de la tarima y las humedades, que se corregirán. Pérez detalla que esta iglesia “era casi nueva”, desde la terminación de las obras en 1924, a raíz del incendio que sufrió en 1915, pero entonces se hicieron rápido y han ido deteriorándose.
Tras la redacción del proyecto y las oportunas reuniones, en febrero de 2022 comenzaron las obras, a cargo de Rafael Gómez Galdón Restauración, la misma empresa que en 1983 había hecho el tejado de fibrocemento en este templo. Pero al empezar a levantar las tarimas llegaron las sorpresas. Al quitar la primera, de 1983, encontraron la segunda tarima instalada en 1924 que estaba podrida y había afectado a la primera. Fue al levantar la segunda, cuando aparecieron los primeros restos de personas enterradas en esta iglesia. Todo ello se hizo en presencia de un arqueólogo, tal y como lo requería el proyecto y la Ley de Patrimonio de Castilla-La Mancha. Pérez recuerda que hasta el siglo XVIII se enterraba a los cristianos en las iglesias, pues se creía que ahí estaba la salvación. Pero como no se acababa la peste, se publicó la Ley Mortuoria que obligaba a hacer los enterramientos a más de un kilómetro de las zonas urbanas. Los restos encontrados en esta iglesia, en diferentes estratos, están fechados desde el siglo XVIII al XII. Estos hallazgos retrasaron las obras, por la necesidad de hacer los estudios arqueológicos y porque así lo requirió Patrimonio y Cultura para hacer un estudio.
Al mismo tiempo que se descubrían estos restos, “la alegre sorpresa”, precisa el párroco moderador, fue descubrir tambiénlos pilares, ábsides y muros de una iglesia tardorrománica –más pequeña que la actual con tres naves–, que se pudieron datar gracias a los elementos que aparecieron junto a los enterramientos, como monedas, hebillas, cerámicas, vidrios y maderas, y que están custodiadas en el Museo Provincial de Guadalajara.
Entre los hallazgos, Pérez destaca dos enterramientos: uno de un clérigo, realizado en una cista medieval, en piedra, pintada con cruces; y otro hallado a dos metros y medio, el más profundo, que se atribuye a una mujer, ya que en él se encontraron collares.
“De un problema sacamos una gran alegría (...) Hemos dado veracidad a la historia de Molina. Hemos encontrado lo que se suponía que era Santa María la Mayor, una iglesia tardorrománica, mucho más grande que la de Santa Clara o el ábside de San Martín, y también hemos visto la historia de la evolución”, explica Pérez. Otro hallazgo “curioso” ha sido una calle empedrada que cruzaba donde está la capilla del Cristo de las Victorias, paralela a la de las Tiendas, con utensilios de la vida cotidiana.
Al detalle
Una vez reanudadas las obras, empezaron a instalarse los conductos de calefacción y el sistema de aireación previsto para evitar que la humedad suba al templo. “Se coloca un caviti de 10 centrímetros que va aireado, y también un zócaro aireado, para que las paredes puedan respirar y la humedad no se transmita por ósmosis a los muros. Es una suerte tener este sistema porque la iglesia está hecha de arenisca de Molina y es importante que no se humedezca. Es un gran saneamiento para la iglesia de la Mayor de San Gil”, precisa el párroco.
En el suelo habrá dos tipos de materiales. Una parte será de mármol travertino, al igual que el zócalo. Otra parte, sobre la que se colocarán los bancos, será de madera, con el fin de que guarde mejor el calor. El párroco apunta que los bancos y la carpintería también serán nuevos. En cuanto a los retablos, los que estaban en el templo a partir de las obras de 1924 estaban muy afectados por los insectos xilófagos y la carcoma, y se restaurarán, mientras que los procedentes de la iglesia de San Miguel, que están en mejor estado, sí se podrán ver cuando se vuelva a abrir al culto.
Cambios en la“esencia”
Raúl Pérez asegura que una vez que se abra la iglesia no solo cambiará el aspecto, sino también la esencia del templo. En la capilla del Cristo de las Victorias se van a reponer las rejas regaladas por el virrey de Manila, que se habían quitado para poner unos cristales y hacerlo capilla de invierno; y la capilla antigua del Baptisterio será capilla Penitencial. También ha destacado el cambio en el Presbiterio, que dejará de tener siete escalones,y se ha optado por uno “más funcional” con tres escalones de elevación y un cuarto para la sede. Asimismo se va a cambiar el lugar del sagrario. “Vamos a poner una nueva capilla, que será la del Santo Cristo de las Victorias, para poner el Santísimo y que así haya un lugar más recogido para la oración personal”. También habrá un cambio del sistema de iluminación y de sonido, la entrada a la sacristía, y la colocación de la Inmaculada, que se ubicará sobre un pedestal.
El coste de las obras ascenderá a unos 900.000 euros. Raúl Pérez ha agradecido los donativos que están aportando los molineses, así como la ayuda del Obispado, Diputación y la Junta.