Lo de Franco

24/11/2018 - 12:12 Javier Sanz

No hay progre de patanegra y barbablanca que no pase del asunto, principalmente porque llega a destiempo y nadie se acordaba del general.

Más de lo que duró el régimen viene durando el desentierro. Sellaron al general con una losa de mil kilos de granito en el Valle de los Caídos y ahí dentro debe andar lo que sus nietos llaman “la momia”, junto a otros cadáveres del gran friso de la España cainita de un siglo XX que había empezado a pitar en la ciencia y en las letras, con los nóbeles de Echegaray y Cajal dando brillo, otro más que uno. El asunto estaba en el color de la tercera franja de la bandera, que si roja que si morada, y lo peor fue revisar a Goya y “a bastonazos” resolver el asunto. Más secundarios que principales, más pastores y metalúrgicos que políticos pagaron el pato y el país se fue en cadáveres por las cunetas, del litoral al interior, tapando los agujeros del hormiguero y los brotes de amapolas. Hay quien nunca vio a su padre y cuando se hablaba de él comenzaba el primer capítulo con un texto común con voz de luto: “lo sacaron aquella noche y ya no lo volvimos a ver”. 

El Valle, con su cruz de treinta metros que clavó Juan de Ávalos por encargo en el hoyo de las agujas de la sierra de Madrid, da pereza a partir de una edad. He pasado por delante de la flecha que lo indica, camino de El Escorial, mil veces, con la vuelta dos mil. Jamás sentí la curiosidad de asomar la gaita por la basílica. Para salir a la Castilla central algo te tiene que poner, como a Azorín y a Marañón, y hasta Unamuno, les ponía el paisaje, a Ortega le ponía todo y en los setenta a los cabezas de familia les ponía el cochinillo de Cándido como a los progres de barba y pana les ponía Villalar de los comuneros. El Valle no ponía últimamente a nadie, o sea, a cuatro, pero a un Sánchez con sus zapatos nuevos “Moncloa”  le ha dado por pisar ese charco, salpicando a diestro y siniestro. En ese chapoteo andan las alcachofas de las televisiones por las aceras de España en guardia permanente: ¿es usted partidario de exhumar al dictador? En caso afirmativo, ¿dónde lo llevaría? (Este charco, para el otro pie).

No hay progre patanegra y barbablanca que no pase del asunto, principalmente porque llega a destiempo y nadie se acordaba del general; los chavales de la ESO, cuando lo ven vestido de militar lo confunden con un sargento de Espartero, o de Riego. Franco ya no pita y hasta sus nietos hablan de “la momia”. Eduardo Mendoza y Pérez Reverte se preguntan a qué viene este gorigori ahora, mangas verdes. Déjelo estar, donde nadie irá a ver tumba alguna, en ese rincón de granito en bloque al que desfilaban tal que en el aniversario del 20-N los veinte nostálgicos que perdieron un ojo o media mano que ya son cuatro, y en otro pase ninguno. Si algo da este asunto lúgubre es una enorme pereza.