Los peñistas celebran su día en torno a unas suculentas y personalizadas paellas

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por: M.T.A.
FIESTAS DE AZUQUECA DE HENARES
Todos los peñistas comieron paella, pero cada peña a su gusto y a su ritmo. Además del buen rollo, las risas y la charla, este fue el nexo común de una jornada que congregó a centenares de peñistas en el parque de la Quebradilla.
La cita era a las 14.00, pero algunos más madrugadores a esa hora estaban ya a punto de meter el tenedor en el plato, mientras que otros empezaban a hacer el refrito al mismo tiempo que tomaban el aperitivo.
La Amistad fue una de las más aplicadas. Antes de las 14.00 ya tenía casi su paella mixta a punto, a falta de que reposara unos minutos, preparada para un centenar de personas con 10 kilos de arroz, mejillones, gambas, chirlas y conejo, entre otros ingredientes. “Es el día de juntarnos todos en el parque, con la charanga, y desde aquí vamos al encierro”, decía la presidenta Carmen Rodríguez, mientras miraba cómo había quedado la paella de la chica, no experta, pero a la que este año le había tocado iniciarse así en el mundo de la cocina.
A esa misma hora los chicos del Felpudillo seguían removiendo su paella de marisco y carne, mientras llegaba el momento de añadir el agua y que el arroz empezar a cocer. Según decía Rafael Marquina, es una de las más famosas por su sabor y de las más grandes, por lo que siempre tenían algún invitado más a parte de los de las peñas, algo de lo que se sentía orgulloso Rafael, que ejercía como pinche. “Ésta es la semana grande de Azuqueca y lo pasamos lo mejor que podemos, compartiendo con los vecinos, las amistades, la gente del pueblo”, en parte, gracias a sus concurso de ping pong o los monólogos.
La Rhuyna, por su parte, esperaba que su paella preparada para los 81 miembros de la peña, y una de las comidas preferidas de la treintena de niños que también forman parte de ella, terminara de reposar. Una paella también muy conocida por su condimento, “de las de verdad”, como insistía Pipo, mientras se tomaba el vermú. Y es que una de las cosas por las que se suele conocer a esta peña es su comida, que siempre les acompaña.
En torno a las 14.00 de la tarde, El Pendón se afanaba en preparar el rape, los chipirones, las gambas y las cigalas, mientras el pollo y las costillas estaban ya en el fuego, antes de echar los tres kilos de arroz, para una paella de 30 personas. Aunque en la peña son más del doble, sin embargo, habían decidido repartirse, y algunos se quedaron en el local, “ya que durante las fiestas estamos todos reunidos”, explicaba Susana Sánchez.
Mientras tanto, Mª Luz Cerrada removía su paella de la peña Alcatraz, para más de 100 personas, aunque aseguraba que siempre se quedaba escasa porque la gente suele ir a probarla. Al igual que su chocolate, actividad estrella del sábado, para 500 personas, y la batukada, que han estrenado este año y que también ha sido un éxito.
Los chicos de La Calavera y Los Dalton, menos madrugadores, empezaban entonces a freír los ingredientes. Los primeros con siete kilos de arroz, dos pollos, calamares, caldo de pescado, pimientos, tomate rallado, gambas y la mejor voluntad de sus principiantes cocineros; y los segundos hacían lo mismo, pero mientras hacían unos gambones a la plancha para pasar mejor el tiempo de espera.
Los Bravos, sin embargo, entonces, ya estaban comiendo su primera paella de las fiestas, ya que este año se han estrenado como peña.
Entre paella y paella, la charanga fue amenizando la jornada, mientras unos comían y se echaban la siesta hasta la hora del encierro y otros esperaban a que cociera el arroz en una jornada dedicada por entero a los protagonistas de las fiestas: las peñas.