Los Reyes Magos llenaron de magia e ilusión las calles de la capital en un rápido desfile

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Melchor, junto a la comitiva, a su paso por las calles de la capital.
Los Reyes Magos cumpieron con su cita con la ciudad de Guadalajara y encabezaron la tradicional cabalgata del día 5 de enero, actividad de corte tradicional que desfiló con celeridad por las calles de Guadalajara, lo que agradecieron los ciudadanos, que evitaron el frío. La cabalgata también tuvo que sufrir los efectos de la crisis y la austeridad se reflejó en el séquito real.
Fieles a su cita anual, los Reyes Magos volvieron a Guadalajara para dar el pistoletazo de salida a una de las noches con más magia del año. Sus Majestades Reales encabezaron la cabalgata de Guadalajara para después dejar sus regalos a los niños de la ciudad. Una cabalgata en la que el séquito real, compuesto aproximadamente por unas 300 personas y seis carrozas, desfiló con rapidez, algo que agradecieron los miles de guadalajareños que asistieron al desfile debido a las bajas temperaturas que se dieron en el día de ayer.
Los ciudadanos de Guadalajara se agolparon en las vías por las que circuló la comitiva. Niños, padres y abuelos, bien abrigados, no se dejaron amilanar por el intenso frío reinante en la capital alcarreña y saltaron a sus calles. Todos ellos aguardaron el desfile con mucha expectación, aunque las opiniones a su conclusión fueron bien diversas. Para algunos su ejecución fue excesivamente rápida; otros echaban de menos un mayor reparto de caramelos y la entrega de otro tipo de regalos. Lo cierto es que gracias a la rapidez del desfile, así como a su temprana hora de inicio, los asistentes pudieron acudir rápidamente a su casa a esperar la visita de Sus Majestades de Oriente.

Puntualidad
El retraso suele ser moneda de curso legal a la hora de comenzar un desfile. En el caso de la cabalgata de Reyes de Guadalajara el retraso fue mínimo y prácticamente dio comienzo a la hora fijada, las 18.00 horas.
Las legiones romanas fueron los primeros en desfilar y, además, también fue el grupo que mejor presencia tuvo en la comitiva real; romanos, ataviados con sus armaduras y pieles, portando los estandartes de las legiones. Fue una treintena de legionarios tanto a pie como a caballo. Precisamente destacaron los corceles blancos de estos pretorianos, que impusieron el ritmo marcial bajo el que desfiló la cabalgata.
A partir de los romanos fue difícil diferenciar el resto de grupos que acompañaron a Melchor, Gaspar y Baltasar. Todos ellos vestidos con ropajes propios del norte de África pero difícilmente identificables, a excepción del grupo de egipcios, cuya identificación era posible gracias a su carroza.

Llegan los Reyes
Como manda la tradición, el primero en desfilar fue el rey Melchor; también el primero en recibir la ovación de los alcarreños presentes en las calles de Guadalajara. Gaspar, que lucía una larga capa de color púrpura, devolvió los aplausos y fue el más comunicativo.
Gaspar, que estuvo acompañado por el grupo de egipcios y por la carroza con esfinges, pareció tener prisa y devolvió tímidamente los aplausos. Todo lo contrario sucedió con Baltasar. Como suele ser habitual, fue el Rey Mago que mayor ovación recibió. Vestido con una capa dorada y a lomos de un pequeño elefante africano, derrochó simpatía y fue aclamado por niños y mayores. Tras él, una guardia de norteafricanos, cuya procedencia era difícil de determinar, portaron los últimos estandartes y antorchas de la noche.
La carroza que cerraba la comitiva real estaba adornada con motivos propios de la noche de Reyes, es decir, juguetes. Juguetes que eran triciclos y bicletas.
La comitiva real había comenzado su paseo en el Alcázar de la ciudad para enfilar la calle Madrid para desde allí desfilar por la plaza de los Caídos, las calles Miguel Fluiters y Mayor para llegar a la plaza de Santo Domingo. Desde este punto vertebral de la capital alcarreña el desfile encaró paseo Fernández Iparraguirre hasta su convergencia con la calle Sigüenza, donde dieron un giro de 180 grados para regresar de nuevo al paseo.
A la llegada a la altura de la iglesia de San Ginés se procedió a la adoración del Niño Jesús por parte de los tres Reyes Magos. Tras cumplir con rigor con la historia bíblica, la expedición reanudó la marcha por la calle Capitán Boixareu Rivera para llegar al Fuerte de San Francisco, donde se produjo un pequeño castillo de fuegos artificiales. Y desde allí, los Reyes Magos procedieron a cumplir los sueños de los niños con el reparto de regalos por las casas.

Austeridad
El presupuesto municipal para el programa navideño se ha recortado y se dejó ver en la cabalgata de los Reyes Magos de Guadalajara. La crisis obliga a la austeridad. Una austeridad que contrasta con cabalgatas precedentes, donde la megalomanía había deparado desfiles barrocos y lleno de excesos. Austeridad fue la palabra que mejor se ajusta a lo vivido en la tarde de ayer. Las calles de Guadalajara asistieron a un desfile que, si bien contó con un mayor número de carrozas que en el año anterior, dejó un tanto frío a los asistentes.
A pesar de la austeridad obligada en tiempos de crisis, el desfile careció de recursos llamativos y fue muy tradicional. Y es que caballos, elefantes y camellos ya no impresionan a nadie y tampoco llaman la atención.
Lo mejor fue la puntualidad y la rapidez con la que se procedió a realizar el desfile.

Animales y una comitiva de 300 personas

La comitiva que acompañó a los Reyes Magos en su cabalgata por Guadalajara estuvo compuesta por casi 300 integrantes y por los tradicionales animales como camellos, caballos y elefantes. Todos los grupos acompañantes llevaron diferentes estandartes y portaron antorchas que hicieron más vistoso el desfile real. Mención especial tuvo el grupo de legionarios romanos, que demostraron ser los mejor ambientados en su época, con estandartes propios de la legión romana, donde incluso se podía leer el tradicional SPQR, armadura y pieles de leopardo. Además, algunos legionarios iban a lomos de caballos blancos, mientras otros hicieron el paseo a pie. El resto de grupos de ambientación, aunque bien disfrazados, presentaron dificultades para ser reconocidos, ya que la mayoría de ellos vestían atuendos similares. La mayoría con turbantes y pieles de felino. Los únicos que podían identificarse con claridad fueron los egipcios. Y esta identificación fundamentalmente se debía a la carroza acompañante, que estaba decorada con esfinges y palmeras propias de un templo de Karnak. Dentro de los animales, además de los bueyes que tiraban de las carrozas, estuvieron presentes caballos, camellos y un elefante que se encargó de llevar a Baltasar por las calles de la ciudad de Guadalajara. A pesar de que la comitiva tuvo más integrantes que el año pasado, esto no afectó a que la cabalgata desfile con rapidez y premura. El paseo por el recorrido diseñado por el Ayuntamiento duró poco más de hora y media.