Los tambores de San Antón y otros sonidos mágicos

19/01/2025 - 11:59 José Antonio Alonso/Etnólogo

En nuestra tierra, existió una curiosa relación mágica entre los sonidos del tambor y otros sones protectores y los ritos en torno a san Antón, patrono de los animales y sanador, según la creencia, de las enfermedades de la piel.

Las zambombas navideñas volvieron a ocupar su sitio en los armarios; pero, antiguamente, el calendario festivo de nuestros ancestros no conocía tregua: era guardar un membranófono –la zambomba- y coger otro –el tambor-, para llenar de nuevo las calles de música y de fiesta; en muchas localidades de nuestra provincia se pasaba de las rondas navideñas a las rondas de san Antón, una de las costumbres, ya en desuso, menos conocidas de nuestro folklore, a cuya memoria dedicaremos hoy este artículo.

Ernesto NAVARRETE ya daba cuenta, en la “Revista de Dialectología…”, a mediados del siglo pasado, de la costumbre de sus paisanos de Moratilla de los Meleros de empezar a tocar el tambor el día 6 de enero a las 10 de la noche, coincidiendo con el fin del ciclo navideño. A partir de ese momento el tambor de la Hermandad de san Antón tocaba todos los días hasta el día del santo -17 de enero-; el día 14 se amasaba el pan de la fiesta, con la creencia de que el sonido del tambor ayudaba a subir la levadura –pura magia vamos-; los niños seguían al tambor bailando el “ja-pé”, contracción de oreja-pie, llamado así porque los infantes lo bailaban saltando “a la pata coja”, cogiéndose con la mano la oreja del lado contrario al pie que seguía en contacto con el suelo. De aquella escena queda una fotografía que, el también folklorista alcarreño, Antonio ARAGONÉS, publicó en su conocido libro Danzas, rondas y música popular de Guadalajara, donde recoge así mismo esta costumbre y la califica como una danza de carácter totémico, relacionada con el cerdo, animal que suele aparecer acompañando al santo en su iconografía; de hecho ese gesto del “japé” sería una imitación del que se hace para sujetar al cerdo cuando se quiere coger, ya que se agarra al tiempo de una oreja y una pata para inmovilizarlo.

Imagen de San Antón. Iglesia de Malaguilla (Guadalajara). Foto: José Antonio Alonso.

Yo había leído, claro, este trabajo de Aragonés, sin caer en la trascendencia del dato. La verdad es que, con el paso de los años y el conocimiento de nuestras tradiciones, uno va atando cabos y valorando cuestiones que en otros momentos te habían pasado desapercibidas.

Hace ya más de 30 años empecé a oír en varias localidades del norte de la provincia –Tartanedo,  Sienes, etc.- una coplita que decía más o menos, con algunas variantes:  

San Antón, como era viejo,/  le cortaron el pellejo /y le hicieron un tambor;

lo tocaban en Castilla/ y se oía en Aragón.

Me quedé con la copla y seguí rumiando su contenido: ¡Qué extraño, hacer un tambor con la piel de un santo! Por muy figurativo que sea… Pero, para el caso, no estamos hablando de un santo cualquiera, ya que san Antón es, además del protector de los animales, el que cura, según la antigua creencia,  las enfermedades de la piel, precisamente. 

Tambor. Tartanedo. Foto: José Antonio Alonso. 

El origen de la popularidad de este santo hay que buscarlo en el siglo XI, cuando aparece la Orden de los Antonianos, fundada en Francia para socorrer a los enfermos de “fuego sacro” o ergotismo, una de las enfermedades más terribles que asoló parte de Europa. Afortunadamente para la humanidad, la Facultad de Medicina de la Universidad de Marburgo (Alemania), según cuenta Enrique LAVAL en “Sobre las epidemias del Fuego de san Antonio”, decidió, en 1597,  investigar sobre los orígenes de la temida enfermedad, llegando a la conclusión de que era producida, exclusivamente, por la ingesta de pan amasado con harina de centeno, contaminada por el cornezuelo de ese cereal. A partir de ese momento, la ciencia se encargó de la curación de la enfermedad por métodos racionales y, aunque siguió habiendo brotes puntuales, las epidemias fueron controladas y los remedios mágico-religiosos pasaron a mejor vida; pero, durante siglos, la Orden Antoniana se extendió con una enorme fuerza religiosa, social y económica, atendiendo a los enfermos en su enorme red de hospitales, hasta que desapareció hacia finales del s. XVIII.

Pero en nuestra cultura popular el culto a san Antón sigue todavía presente, pues se le sigue teniendo como protector de los animales. En las sociedades agrarias, donde los animales domésticos eran una ayuda imprescindible para la supervivencia, los ritos relacionados con el santo siguieron vivos, hasta hace unas décadas, cuando la maquinaria industrial sustituyó a los animales de labranza; en la actualidad la bendición de animales ha quedado prácticamente reducida a las mascotas y animales deportivos y de recreo y los ritos de dimensión festiva; aunque todavía hay lugares, como Jadraque o Brihuega, en que las hermandades del santo siguen organizando sus jornadas festivas.

 Animado por los datos que relacionaban al santo con el tambor, me encontré con la información que Octavio Mínguez –TAVI-  y sus familiares me ofrecieron acerca de las rondas infantiles de tambor, que tenían lugar en torno a la fiesta de san Antón. Efectivamente, en la zona de El Espinar, los Campillos, etc., los chavales tenían por costumbre salir de ronda por las calles, pidiendo aguinaldos y acompañando sus cantos por los tambores que por allí se fabricaban, costumbre que aparece documentada por Asunción LIZARAZU  en su Cancionero de la provincia. 

Bailando el 'Ja-pé'. Moratilla de los Meleros. De su libro 'Danzas y rondas...'. P.57. Foto: Antonio Aragonés.

Pero seguí tirando del hilo y la madeja iba creciendo. De Milmarcos me llegaron noticias muy interesantes sobre el tema: según me informó Fernando MERCHÁN, antiguamente, san Antón era muy celebrado; como en otras localidades, los vecinos mantenían un cerdo que iba de casa en casa alimentándose de las sobras, hasta que engordaba. Todavía en Atienza, localidad donde existió convento y hospital de la Orden Antoniana, según  LAYNA y GISMERA, se sigue sorteando un cerdo en la fiesta de san Antón. También en Milmarcos existió una canción de la que recogimos alguna estrofa,  cuya melodía era tocada con clarinete, bombo y redoblante,  hasta hace poco.

Otros muchos datos hemos encontrado sobre los sonidos protectores en relación con el santo y con la protección de los animales en general; entre ellos, la costumbre de poner esquilas en las colleras de las caballerías, que llevaban en relieve la conocida cruz en forma de “Tau”, símbolo de la Orden Antoniana.

Con todo ello elaboré una comunicación para el II Encuentro de Etnología de Guadalajara, titulada: Los tambores de san Antón y otros sonidos mágicos relacionados con el santo en Guadalajara, que se publicó en 2019, dentro de las Actas de dicho Encuentro. 

https://www.academia.edu/65717761/LOS_TAMBORES_DE_SAN_ANT%C3%93N_Y_OTROS_SONIDO S_M%C3%81GICOS_RELACIONADOS_CON_EL_SANTO_EN_GUADALAJARA