Maria Lozano celebra su centenario en Humanes
22/09/2010 - 00:00
María Lozano celebró el sábado 25 su centenario rodeada de todos sus familiares y amigos de Humanes. En un acto emotivo y muy cercano, esta humanense declaró encontrase bien de salud, además de recordar algunos pasajes de su larga vida
Con motivo del centenario de María Lozano Sanz, nos hemos acercado a su casa para hacerle una entrevista. María nos recibe con el afecto y la cordialidad de siempre ya que ella es una persona cercana y con una memoria privilegiada.
Para empezar María, ¿cómo recuerda los años de su niñez?
Fueron unos años muy duros, ya que éramos siete hermanos y al fallecer mi padre a los 39 años, todo se complicó mucho. Pero gracias a mi abuela, que era muy trabajadora, y puso una fonda, todos salimos adelante. Nos criamos al lado de ella y gracias al dinero que daba la fonda, vivimos holgadamente.
¿A qué años se casó? Me casé a los 23 años. Mi marido se llamaba Andrés Meléndez, aunque todos le llamábamos Julián. Andrés era un hombre muy bueno y muy trabajador y la verdad es que fuimos muy felices. Cuando estalló la guerra civil, nos evacuaron a Málaga del Fresno, y allí se portaron muy bien con nosotros hasta que volvimos nuevamente a nuestro pueblo.
María, ¿cómo recuerda el nacimiento de sus hijas?
Lo recuerdo con mucha alegría y satisfacción. Es verdad que nos hubiera hecho mucha ilusión haber tenido algún hijo varón, pero nuestras hijas nos han hecho siempre a mi marido a mí sentirnos muy contentos y orgullosos, ya que ellas han sido siempre unas buenas hijas y nos han tratado muy bien.
Y sus nietos, ¿cómo se portan con usted? Mis cuatro nietos me quieren y me respetan mucho. Están siempre pendientes de la abuela y es raro el día que no vienen a verme. Ellos como mis hijas no saben qué hacer conmigo, están pendientes en todo momento de la abuela y nunca me dan una mala contestación. Estoy muy orgullosa de todos ellos y pido mucho al Señor y a la Virgen de Peñahora que les bendiga y les abra caminos en la vida.
¿Cómo vivió la muerte de su marido?
Pues con mucho dolor porque estábamos muy unidos, pero gracias a mis hijas, a mis nietos y a toda la familia, lo fui superando aunque lo recuerdo a todas las horas y rezo mucho por él.
María, ¿le hace ilusión llegar a los cien años? ¿ qué sentimientos tiene en estos momentos?
Me hace mucha ilusión de haber llegado y de estar rodeada por tantas personas que me quieren. Quiero expresar mi gratitud a Dios por estos 100 años que me ha dado de vida, a la Virgen de Peñahora, que tanto me ha ayudado y me sigue ayudando y a mi familia y amistades que me siguen tratando con mucho respeto y cariño. Es posible que tenga algún enemigo, pero estoy segura que son muchas más las personas que me quieren.
Para terminar, ¿cómo se encuentra de salud? Me encuentro muy bien, ya que no tengo dolores y la cabeza la tengo en su sitio gracias a Dios. Me falta agilidad y me canso cuando me desplazo de un sitio a otro, pero para los años que tengo, estoy demasiado bien y lo que como , que es poco, me sienta muy bien. ¿qué más voy a pedir?
Yo estoy muy animada, abierta a lo que Dios quiera, y a su total disposición.
Gracias Sra. María, que el homenaje que le van a hacer el sábado, con la celebración de la Santa Misa y con una comida familiar, sea un éxito rotundo y que al próximo año, podamos felicitarla y encender con usted la vela 101, con la misma alegría e ilusión que en este año de su centenario.
Y que usted lo vea.
Para empezar María, ¿cómo recuerda los años de su niñez?
Fueron unos años muy duros, ya que éramos siete hermanos y al fallecer mi padre a los 39 años, todo se complicó mucho. Pero gracias a mi abuela, que era muy trabajadora, y puso una fonda, todos salimos adelante. Nos criamos al lado de ella y gracias al dinero que daba la fonda, vivimos holgadamente.
¿A qué años se casó? Me casé a los 23 años. Mi marido se llamaba Andrés Meléndez, aunque todos le llamábamos Julián. Andrés era un hombre muy bueno y muy trabajador y la verdad es que fuimos muy felices. Cuando estalló la guerra civil, nos evacuaron a Málaga del Fresno, y allí se portaron muy bien con nosotros hasta que volvimos nuevamente a nuestro pueblo.
María, ¿cómo recuerda el nacimiento de sus hijas?
Lo recuerdo con mucha alegría y satisfacción. Es verdad que nos hubiera hecho mucha ilusión haber tenido algún hijo varón, pero nuestras hijas nos han hecho siempre a mi marido a mí sentirnos muy contentos y orgullosos, ya que ellas han sido siempre unas buenas hijas y nos han tratado muy bien.
Y sus nietos, ¿cómo se portan con usted? Mis cuatro nietos me quieren y me respetan mucho. Están siempre pendientes de la abuela y es raro el día que no vienen a verme. Ellos como mis hijas no saben qué hacer conmigo, están pendientes en todo momento de la abuela y nunca me dan una mala contestación. Estoy muy orgullosa de todos ellos y pido mucho al Señor y a la Virgen de Peñahora que les bendiga y les abra caminos en la vida.
¿Cómo vivió la muerte de su marido?
Pues con mucho dolor porque estábamos muy unidos, pero gracias a mis hijas, a mis nietos y a toda la familia, lo fui superando aunque lo recuerdo a todas las horas y rezo mucho por él.
María, ¿le hace ilusión llegar a los cien años? ¿ qué sentimientos tiene en estos momentos?
Me hace mucha ilusión de haber llegado y de estar rodeada por tantas personas que me quieren. Quiero expresar mi gratitud a Dios por estos 100 años que me ha dado de vida, a la Virgen de Peñahora, que tanto me ha ayudado y me sigue ayudando y a mi familia y amistades que me siguen tratando con mucho respeto y cariño. Es posible que tenga algún enemigo, pero estoy segura que son muchas más las personas que me quieren.
Para terminar, ¿cómo se encuentra de salud? Me encuentro muy bien, ya que no tengo dolores y la cabeza la tengo en su sitio gracias a Dios. Me falta agilidad y me canso cuando me desplazo de un sitio a otro, pero para los años que tengo, estoy demasiado bien y lo que como , que es poco, me sienta muy bien. ¿qué más voy a pedir?
Yo estoy muy animada, abierta a lo que Dios quiera, y a su total disposición.
Gracias Sra. María, que el homenaje que le van a hacer el sábado, con la celebración de la Santa Misa y con una comida familiar, sea un éxito rotundo y que al próximo año, podamos felicitarla y encender con usted la vela 101, con la misma alegría e ilusión que en este año de su centenario.
Y que usted lo vea.