Más de 400 obras recorren toda la biografía de Picasso
01/10/2010 - 09:45
Por: TOMÁS GARCÍA YEBRA. COLPISA
Ya está aquí la exposición más esperada del año. La inauguraron ayer los Príncipes de Asturias y estará abierta al público hasta el 5 de mayo.
Se trata de más de 400 obras de Pablo Picasso las que el artista guardó para sí y no quiso vender-, piezas pertenecientes al Museo Nacional de París y que durante unos meses hasta que concluyan las reformas que la pinacoteca está llevando a cabo- viajarán por medio mundo.
El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Mncars) sede de la exposición- ha pagado 3,5 millones de euros al museo parisino, una cifra bastante abultada, pero que a la comisaria de la muestra y directora del Museo Nacional de París, Anne Baldassari, le parece pecata minuta. Es lo que cuesta un dibujo de Picasso, dijo. En cambio, supone una oportunidad única, irrepetible, para el público español, pues este tipo de exposiciones sólo se pueden realizar cada 30 o 40 años, o a lo mejor no se pueden programar nunca más.
El Reina Sofía ha habilitado tres de las salas que se dedican a exposiciones temporales, a las que hay que sumar el ala de la colección permanente donde se encuentra el Guernica. En total, cuatro enormes espacios para acoger los picassos de Picasso, las obras más queridas por el artista malagueño, cuyo grueso está formado por pinturas, esculturas, cerámicas, dibujos, grabados, cuadernos de apuntes y una selección de 20 fotografías documentales del archivo del pintor. Esta muestra constituye el gran manifiesto pictórico de Picasso, afirmó el director del Mncars, Manuel Borja-Villel. A través de lo aquí expuesto no sólo se puede recorrer su propia biografía, sino que se explica buena parte de lo que ocurrió en el siglo XX.
Cuatro espacios
En la primera sala (Picasso 1) se exponen las obras realizadas entre 1895 y 1924, una etapa en la que Picasso comienza a explorar nuevos lenguajes. Destacan La muerte de Casagemas (1901), Autorretrato (1901) y La celestina (1904). Lienzos todos ellos tristes, sombríos, que marcan su período azul.
La revolución protocubista y su periodo negro cuentan con piezas tan importantes como los estudios para Las señoritas de Aviñón y Tres figuras debajo de un árbol (1907-1908). El cubismo analítico y sintético, tan caros en su trayectoria, están presentes con el díptico Hombre con mandolina y Hombre con guitarra (1911-1913), además de un conjunto de collages fechados entre 1912-1914. Lo más asombroso de este artista es la libertad; incluso supo compaginar su militancia en el partido comunista, que requería disciplina, con una irreductible y personalísima manera de ver el mundo y sus contradicciones, explicó Borja-Villel.
La sala Picasso 2 comprende los años 1924-1935. Aquí se pueden rastrear los meandros de su subconsciente a través del surrealismo. El beso, El pintor y la modelo o El acróbata son buenos ejemplos de la fuerza que podía adquirir lo grotesco en su paleta. En esta sala se exhiben dos magníficas esculturas faceta de este artista que nunca se resalta lo suficiente-, como Proyecto para un monumento a Apollinaire (1928) y Mujer en el jardín (1929).
En Picasso 3 (ocupa el ala donde se exhibe el Guernica) se exponen los años 1933-1951. Aquí están las grandes esculturas alegóricas sobre la guerra Cabeza de toro (1942) y El hombre del cordero (1943)- y una serie de óleos, como La mujer que llora, La suplicante o Gato atrapando a pájaro, que se pueden leer como un complemento del Guernica.
Versión pop
Finaliza el recorrido en la sala Picasso 4, un espacio que recoge los trabajos realizados por el febril y caníbal artista entre 1947 y 1972. La secuencia de pinturas de los años cincuenta ofrece una versión totalmente picassiana de la cultura pop, dijo Anne Baldassari, quien resaltó la españolidad del pintor malacitano, aunque sin olvidar su formación francesa. Picasso es un bien común, subrayó.
El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Mncars) sede de la exposición- ha pagado 3,5 millones de euros al museo parisino, una cifra bastante abultada, pero que a la comisaria de la muestra y directora del Museo Nacional de París, Anne Baldassari, le parece pecata minuta. Es lo que cuesta un dibujo de Picasso, dijo. En cambio, supone una oportunidad única, irrepetible, para el público español, pues este tipo de exposiciones sólo se pueden realizar cada 30 o 40 años, o a lo mejor no se pueden programar nunca más.
El Reina Sofía ha habilitado tres de las salas que se dedican a exposiciones temporales, a las que hay que sumar el ala de la colección permanente donde se encuentra el Guernica. En total, cuatro enormes espacios para acoger los picassos de Picasso, las obras más queridas por el artista malagueño, cuyo grueso está formado por pinturas, esculturas, cerámicas, dibujos, grabados, cuadernos de apuntes y una selección de 20 fotografías documentales del archivo del pintor. Esta muestra constituye el gran manifiesto pictórico de Picasso, afirmó el director del Mncars, Manuel Borja-Villel. A través de lo aquí expuesto no sólo se puede recorrer su propia biografía, sino que se explica buena parte de lo que ocurrió en el siglo XX.
Cuatro espacios
En la primera sala (Picasso 1) se exponen las obras realizadas entre 1895 y 1924, una etapa en la que Picasso comienza a explorar nuevos lenguajes. Destacan La muerte de Casagemas (1901), Autorretrato (1901) y La celestina (1904). Lienzos todos ellos tristes, sombríos, que marcan su período azul.
La revolución protocubista y su periodo negro cuentan con piezas tan importantes como los estudios para Las señoritas de Aviñón y Tres figuras debajo de un árbol (1907-1908). El cubismo analítico y sintético, tan caros en su trayectoria, están presentes con el díptico Hombre con mandolina y Hombre con guitarra (1911-1913), además de un conjunto de collages fechados entre 1912-1914. Lo más asombroso de este artista es la libertad; incluso supo compaginar su militancia en el partido comunista, que requería disciplina, con una irreductible y personalísima manera de ver el mundo y sus contradicciones, explicó Borja-Villel.
La sala Picasso 2 comprende los años 1924-1935. Aquí se pueden rastrear los meandros de su subconsciente a través del surrealismo. El beso, El pintor y la modelo o El acróbata son buenos ejemplos de la fuerza que podía adquirir lo grotesco en su paleta. En esta sala se exhiben dos magníficas esculturas faceta de este artista que nunca se resalta lo suficiente-, como Proyecto para un monumento a Apollinaire (1928) y Mujer en el jardín (1929).
En Picasso 3 (ocupa el ala donde se exhibe el Guernica) se exponen los años 1933-1951. Aquí están las grandes esculturas alegóricas sobre la guerra Cabeza de toro (1942) y El hombre del cordero (1943)- y una serie de óleos, como La mujer que llora, La suplicante o Gato atrapando a pájaro, que se pueden leer como un complemento del Guernica.
Versión pop
Finaliza el recorrido en la sala Picasso 4, un espacio que recoge los trabajos realizados por el febril y caníbal artista entre 1947 y 1972. La secuencia de pinturas de los años cincuenta ofrece una versión totalmente picassiana de la cultura pop, dijo Anne Baldassari, quien resaltó la españolidad del pintor malacitano, aunque sin olvidar su formación francesa. Picasso es un bien común, subrayó.