Más de doscientas personas participan en la tradicional matanza de Henche
01/10/2010 - 09:45

Por: Javier Pastrana
Más de dos centenares de personas se reunieron ayer en la plaza de Henche para asistir a la tradicional matanza que se viene celebrando desde hace unos diez años. La Fiesta, convertida en una forma de mantener vivas las tradiciones y animar el pueblo durante los fríos días de diciembre, volvió a sustentarse sobre una completa oferta de actos, sobre todo en lo que al apartado gastronómico se refiere. Así, el día comenzó con una degustación de bollos y orujo, pero también hubo tiempo para comer migas y gachas elaboradas por los propios vecinos, judías, y para hacer una merienda con productos típicos de matanza.
Un chillido agudo marcaba el acto central de la Fiesta de la Matanza que cada año se celebra en Henche. En medio de la plaza, frente al Ayuntamiento, una mesa. Varios vecinos del pueblo la rodeaban. Un pequeño grupo formado por unas seis personas forcejeaba con la cerda que estaba apunto de perder la vida para convertirse en alimento. Algunos niños se echaron a llorar. Otros lo veían con perfecta normalidad. Los adultos disfrutaban de la fiesta. La Fiesta de la Matanza de Henche es una forma de darle vida al pueblo durante un par de días. Es también una forma de mantener vivas las tradiciones. Y es una forma de recordar que hubo vida más allá del aséptico devenir de las ciudades.
Hace siete años que Matilde Picazo se integró en la celebración de la fiesta. Cuando la gente comenzó a abandonar los pueblos, a ella el matrimonio se la llevó fuera de Henche. Sin embargo, ahora es una fiel de la cita. Cada año ayuda en la preparación de las migas y las gachas. Ayer también protagonizó una muestra de elaboración de chorizos. Organizarlo todo cada año supone mucho trabajo. Ten en cuenta que somos sólo ocho mujeres. Todas son mayores y no confía demasiado en la implicación de la gente joven a la hora de preparar la fiesta. En su caso, más que una celebración puntual, es una forma de recordar un pasado por el que siente mucho cariño. Lo daba todo por volver a aquella época. Más de 30 años la separan de una época en la que no hacía falta organizar una fiesta de la matanza porque era algo normal en todas las casas. En la mía llegábamos a ser unas 30 personas. No había sitio donde sentarse.
El actual alcalde de la localidad, Ángel Cuesta, reconoce que él prefiere no ver la matanza del cerdo. Entró en el Ayuntamiento cuando la Fiesta ya se había convertido en una tradición, pero es consciente de la trayectoria e importancia que tiene esta cita. Empezó hace más de diez años como muy del pueblo que hacían entre pocas personas.
Año a año el poder de convocatoria de la cita fue creciendo y ahora, si el tiempo no se pone demasiado impertinente, pueden llegar a alcanzar las 500 o 600 personas. Tenemos un doble objetivo, mantener viva la tradición y conseguir reunir a gente en el pueblo, algo que es bastante complicado en esta época del año. Migas, gachas, orujo, bollos típicos, judías y merienda de matanza dieron cuerpo a una Fiesta que había empezado durante la noche del sábado con la celebración de un concierto.
Hace siete años que Matilde Picazo se integró en la celebración de la fiesta. Cuando la gente comenzó a abandonar los pueblos, a ella el matrimonio se la llevó fuera de Henche. Sin embargo, ahora es una fiel de la cita. Cada año ayuda en la preparación de las migas y las gachas. Ayer también protagonizó una muestra de elaboración de chorizos. Organizarlo todo cada año supone mucho trabajo. Ten en cuenta que somos sólo ocho mujeres. Todas son mayores y no confía demasiado en la implicación de la gente joven a la hora de preparar la fiesta. En su caso, más que una celebración puntual, es una forma de recordar un pasado por el que siente mucho cariño. Lo daba todo por volver a aquella época. Más de 30 años la separan de una época en la que no hacía falta organizar una fiesta de la matanza porque era algo normal en todas las casas. En la mía llegábamos a ser unas 30 personas. No había sitio donde sentarse.
El actual alcalde de la localidad, Ángel Cuesta, reconoce que él prefiere no ver la matanza del cerdo. Entró en el Ayuntamiento cuando la Fiesta ya se había convertido en una tradición, pero es consciente de la trayectoria e importancia que tiene esta cita. Empezó hace más de diez años como muy del pueblo que hacían entre pocas personas.
Año a año el poder de convocatoria de la cita fue creciendo y ahora, si el tiempo no se pone demasiado impertinente, pueden llegar a alcanzar las 500 o 600 personas. Tenemos un doble objetivo, mantener viva la tradición y conseguir reunir a gente en el pueblo, algo que es bastante complicado en esta época del año. Migas, gachas, orujo, bollos típicos, judías y merienda de matanza dieron cuerpo a una Fiesta que había empezado durante la noche del sábado con la celebración de un concierto.