
Meandros del Tajo (II)
En estos andurriales, -recordé-, cayó el globo con el que Cela intentó sobrevolar estas singulares cumbres en su segundo viaje a la Alcarria en 1985.
No es una segunda parte o continuación de la Brújula que publiqué hace unas semanas. Es Brújula nueva del mismo recorrido, hecho también con ojos nuevos, del tramo entre Trillo y Mantiel, de unos 22 kms por los que el camino discurre a media o alta altura por la izquierda de la barranquera abierta por el río. Y he vuelto acompañado por una hija, que conducía, para mostrarle ese recorrido y yo volver a disfrutarlo añadiendo algunas reflexiones. Es un recorrido que se hace desde el principio hasta el final con el sobresalto en todo momento de que un despiste del automovilista nos precipitaría al río desde por lo menos 50 metros de altura;en algún tramo el caudal cubriría el vehículo, pero en otros las aguas discurren someras y saltarinas, incluso levantando espuma, a lo largo de la ladera oeste de las Tetas de Viana y siempre, sorprendentemente, con las humeantes torres de refrigeración de la central nuclear asomadas al otro lado. De vez en cuando, en la curva de cualquier meandro, aparecen, como telón de fondo, las formidables Tetas de Viana, imponentes cumbres rocosas gemelas, visibles desde media Alcarria.En estos andurriales, -recordé-, cayó el globo con el que Cela intentó sobrevolar estas singulares cumbres en su segundo viaje a la Alcarria en 1985, esta vez en Rolls-Roy con choferesa negra. Al comienzo de estos meandros encontramos al futuro Nobel de regreso de su aventura aérea. Y ahora comprendo que lo viéramos, jadeante y sudoroso en la mañana agosteña los que salimos a buscarlo temiendo un accidente. En cada violenta curva del río, impuesta por las montañas, hay remansos en los que las aguas depositan los arrastres creando espacios de gran fertilidad, pero que nadie cultiva. Ante estos impresionantes parajes, piensa uno, como algún filósofo, que la Naturaleza no es más que un efecto cuya causa es Dios, y me dí cuenta ante esa agreste belleza, de que es necesario que alguien la contemple para que la Naturaleza se convierta en paisaje: Bien claro lo dice la RAE “Paisaje: extensión de terreno considerada en su aspecto artístico”. Y como en mi anterior viaje no lo hice, he admirado esta vez el paisaje con ojos nuevos . Y no descarto hacerlo alguna vez más aunque vea cómo el río se incorpora a la cola de un desangrado embalse de Entrepeñas a la vista de Durón, junto al arroyo Solana, yel santuario de la Virgen de la Esperanza.