Mentiras arriesgadas

21/09/2018 - 12:50 Marta Velasco

Me maravilla que se libren de recelos los populistas, parece que, como tienen aspecto tan ‘casual’ no necesitan mentir” y a nadie le sorprende que uno no pague la seguridad social a un empleado...

Empezamos en abril con Cifuentes, una política considerada y trabajadora, que mintió y fue abatida por un máster sospechoso y dos cremas presumiblemente birladas en su juventud. Después de la batalla de la moción de censura, cayó Maxim Huertas, ministro por un día, o por siete, a causa de un presunto problema con Hacienda; hace apenas una semana, Carmen Montón, cien días de ministra, dimitida por otro máster, y ahora, ¡¡Dios!!  el presidente del Gobierno señalado por un supuesto plagio y falta de excelencia en su tesis doctoral.  Y todavía tenemos pendiente a Casado, que ha judicializado las dudas, y he oído en la televisión que hay husmeadores sobre el curriculum de Rivera, por si acaso faltaba alguien.

Me maravilla que se libren de recelos los populistas, parece que, como tienen un aspecto tan “casual”, no necesitan mentir y a nadie le sorprende que, presuntamente, uno no pague la seguridad social de sus empleados, otro obtenga becas en la universidad de Málaga sin ir a trabajar y algunos otros cobren por trabajos en Venezuela o Irán. Así, tacita a tacita los populistas, aunque no se cambien de camisa para ir a visitar al Rey, se cambian del barrio a urbanización de alta gama y de piso de bloque a casoplón ajardinado.

El hecho es que, con tantas inexactitudes y mentiras, en las que además está involucrada alguna institución académica, los que más han perdido son los que acaban su carrera con seriedad y cursan un máster con un sacrificio económico y de trabajo grande; o los que ya lo tienen, lo han conseguido con esfuerzo y pagando, y ahora, si es de una determinada universidad pública, prefieren ocultarlo. 

Perdemos también todos los españoles, que estando en momentos muy difíciles, nos vemos gobernados por personas que no dudan en falsear sus méritos o en acusar al adversario de hacerlo, si con ello logran cumplir sus ambiciones, perdiendo su tiempo y nuestra confianza en acusaciones mutuas y venganzas antiguas.  Mentiras y cortinas de humo para no enfrentar los conflictos de hoy, olvidando a los ciudadanos, víctimas de una clase política que, con honrosas excepciones, sólo piensa en su beneficio, mientras los verdaderos y graves problemas de España, empezando por el separatismo y todos los males que acarrea, están sin resolver y empeorando por tanta omisión e indulgencia.

Todos tenemos algún cadáver en el armario, pero cualquier sospecha sobre el historial de un político cobra una dimensión distinta, y mucho más si el acusado de mentir resulta ser el administrador del dinero público, el que hace las leyes, el que imparte justicia o el que dirige el país. Dice Cioran: “Nuestra misión es realizar la mentira que encarnamos, lograr no ser más que una ilusión agotada”. Pues sí, ellos, los que representan al pueblo español en su conjunto, deberían realizar de una vez la mentira que encarnan, mentira de la que son rehenes.