Mentiras piadosas


¿Alguien sabe cuántos contagiados tenemos cerca? Porque parece que nuestros gobernantes se han peleado con las matemáticas y ya no saben sumar ni con calculadora. 

O mentirijillas, que así no parece tan grave. Parece que a los niños y a las sociedades inmaduras se les puede y hasta se les debe mentir por su propio bien. Sobre todo, cuando los que mienten son otros y los engañados somos nosotros, meros peones de quienes se creen que tienen el monopolio de administración de la verdad, o de las mentiras.

Nos engañan y nos mienten con datos y cifras de enfermos y muertos, para asustarnos o para que nos sintamos seguros, impulsándonos a actuar como conviene al mentiroso. ¿Recordáis cuando teníamos que estar confinados en virtud de un estado de alarma porque era el único recurso para obligarnos a estar en casa? Pues resulta que no lo era, porque ahora se confina a poblaciones o comarcas enteras sin necesidad de estado de alarma.

¿Os acordáis de los muertos en las residencias de ancianos? No creo, porque resulta que deben estar todos en Madrid, porque a día de hoy no sabemos los de nuestra provincia y nos niegan la información de los de nuestro propio pueblo. Si hasta en el propio gobierno se contradicen en cifras y recuentos…

¿Alguien sabe cuántos contagiados tenemos cerca? Porque parece que nuestros gobernantes se han peleado con las matemáticas y ya no saben sumar ni con calculadora. La aritmética básica veraniega dice que las comunidades autónomas tienen más casos que España entera. ¡A ver si resulta que a estas alturas las partes van a ser más que el todo!

Pero los que no saben sumar sí saben restar. Restan consensos imprescindibles para defender el interés y el bien común, porque en España no son responsables de sus decisiones quienes gobiernan, sino que son irresponsables quienes les critican y contestan. Restan esperanzas a los parados y a los que están en ERTE de poder obtener o recuperar su empleo. Restan posibilidades a los pequeños empresarios y autónomos de poder abrir su negocio, de crear riqueza, de hacer más grande con su esfuerzo a su pueblo, a su provincia, a España.

Tenemos comités de ida y vuelta, invisibles o inservibles, que aparecen y desparecen por arte de magia en la chistera del ilusionista tramposo, que nos entretiene con los reyes de la baraja o en el exilio mientras nos quita el reloj del bolsillo.

Y mientras tanto el gobierno de vacaciones, no vaya a ser que se les ocurra hacer algo que lo empeore todo. Vacaciones para ocultar que en otoño nos espera lo desconocido otra vez, porque no sabemos si volveremos a las aulas o llenaremos los hospitales; al fin y al cabo, si nos dan información veraz, a lo mejor les decimos algo a los de la nueva casta de insignificantes sujetos sin otra profesión conocida que la de ejercer el poder, sin más oficio que su beneficio y sin más interés por nuestra tierra, por Guadalajara y por España, que el de proporcionarse el cocido, o el gazpacho, que estamos en época de calor.

Si tengo que elegir entre las vacaciones y las mentiras, me quedo con las primeras. Al fin y al cabo, las mentiras piadosas, las mentirijillas, el postureo, son menos letales cuando retratan momentos que cuando retratan gobiernos.