Ministros catastrales y otros ejemplos

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

El comentario
Fernando Jáuregui / Periodista
Ya sabemos que el patrimonio declarado por los ministros es catastral. Y ganancial. Y exponencial. O sea, que ganan y tienen algo o bastante más de lo que dicen, que en algunos casos es menos de lo que posee la mayor parte de los profesionales medios de este país. Y sabemos que sus gastos son menores que los de usted o los míos, que nos pagamos la luz, la gasolina y el parking del coche. A mí me parece, no obstante, muy bien que haya declaración de bienes y registro de intereses, aunque sea ‘a la baja’ y aunque no sea más que para que nos vayamos consolando y acabe el viejo tópico ese de “pues que los políticos se bajen el sueldo”.
Y aunque yo no acabe de creer esas cifras que aparecen en el BOE, tan, tan modestas en algún caso, la verdad es que, por mucho que nos pese, los sueldos de nuestros políticos -presidente del Gobierno incluido- ni son excesivos ni están desorbitados en relación con los de sus colegas europeos.

Lo que me parece algo obscena es esa manía que todos, Gobierno y oposiciones, tienen por aparecer casi pobres. ¿Es la pobreza un signo de mayor honradez en alguien que gestiona la cosa pública? A mí me gustaría que se dedicasen a la política, en una segunda fase, gentes bien preparadas, que antes han triunfado en sus vidas profesionales, que han hecho un cierto patrimonio con ellas y que llegan a la vida pública básicamente para servir, porque lo demás lo tienen ya demostrado. Lo otro, la carrera temprana en la política, esa que empieza en las juventudes y sigue en la concejalía para pasar a la consejería, me produce un poco de aprensión, la verdad; el meritorio que quiere trepar a toda costa medita poco acerca de qué escalones sube y sobre qué o sobre quiénes se asientan tales escalones.

Por lo demás, creo que una de las pocas cosas en las que no se puede cuestionar a este Gobierno es en su grado de honradez, y me da igual que hablemos de Manuel Chaves -sí, de Chaves; fui su vecino, en Aravaca, Madrid, y su piso era relativamente modesto; estaba bien, pero sin alharacas- o de la ‘rica’ señora Garmendia, que viene del campo de la empresa tecnológica. Con esa autoridad moral, entiendo que los ministros publiquen sus bienes, aunque sea con rebajas de octubre y en tono menor. O sea, catastral. Es mera cuestión de imagen, pero, al menos, han tenido imaginación y acierto en esta iniciativa, hay que decirlo.

Y conste que esta proclama a favor de la honradez del Gobierno, así, en general, no impide que diga lo mismo, no menos en general, de la actual oposición. Tengo a Rajoy por honesto a carta cabal, y lo propio me atrevo a suponer de todo su actual equipo directivo; del pasado mejor no hablo y de individualidades, sean consejeros, alcaldes o currinches de segunda colaborando con tramas pegajosas sin escrúpulos, tampoco. Ya hemos hablado todos muchos, y seguiremos haciéndolo. Ya sé que no está de moda defender la probidad de la clase política española, tan dada a ofrecer una mala imagen a bordo de sus audis, sus ocasionales dispendios, sus viajes gratis total o sus visas oro. Pero, todo incluido, y cualidades intelectuales excluidas, pienso que tenemos unos políticos, quite usted los garbanzos negros que quiera, que nos representan bastante dignamente. Y sí, claro, lo digo con convicción, pero sin entusiasmo.