No es la primera vez

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Cartas al director
MANUELA LÓPEZ ROMERO Valdepeñas (Ciudad Real)
A casi todos nos han sorprendido las palabras de María Dolores De Cospedal en las que acusa al Gobierno de España, a jueces, fiscales y fuerzas de seguridad del Estado, de espiar a importantes dirigentes del PP entre los que por supuesto dice encontrarse ella. Se trata de una afirmación muy grave, si de inmediato no se demuestra con pruebas objetivas que acrediten tal delito por parte de importantes instituciones del Estado.
Cuando ha pasado ya más de una semana desde que se produjeran esas desafortunadas declaraciones, ni De Cospedal ni el PP, han aportado ni una sola prueba que confirmen tal espionaje, y ni tan siquiera han formulado la correspondiente denuncia en los tribunales con objeto de que esos supuestos delitos puedan investigarse, todo ello hace aventurar que la denuncia de la Secretaria General del PP, siendo generosos en el calificativo es una fabulación, por no hablar directamente de una mentira.
Los que conocemos los inicios de la Sra. De Cospedal en la política en Castilla-La Mancha, hemos recordado con ocasión de esta polémica, otros momentos gloriosos de fabulaciones, o <> de la ahora Secretaria General del PP, como por ejemplo cuando afirmó en una emisora de radio de ámbito nacional que el Cardenal Antonio Cañizares le había confirmado que “algún miembro del Gobierno Regional se había dirigido a él para preguntarle si iba a permitir que el PP presentara de candidata a una madre soltera”.
Entonces como ahora, tal afirmación de De Cospedal se basaban en una fabulación, por no decir una mentira, como se comprobó cuando en un hecho hasta entonces sin precedentes, la Oficina de Información del Arzobispado de Toledo emitió una nota en la que el mismísimo Antonio Cañizares, hoy Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos en el Vaticano, desmentía «en todos sus términos» las declaraciones de De Cospedal.
Entonces como ahora, cuando surgió la polémica De Cospedal hizo mutis por el foro, y en un acto de soberbia, al ser descubierta ni tan siquiera pidió disculpas, quizás lo único que buscaba entonces como ahora, era el efecto de ese dicho tan nuestro de “difama que algo queda”.