Nuestras ermitas
Las ermitas se extienden por igual a lo largo y a lo ancho de todas las tierras de Guadalajara, no tienen para su emplazamiento una comarca determinada de especial predominio.
Guadalajara es tierra de ermitas. Ahí están tantas de ellas: venerables, solitarias, inamovibles; luciendo en el paisaje el parcheo de la última restauración, sellando la tierra en donde nacieron como testigos fieles de la tradición, de la heredada fe y de no pocos saberes y decires tan ligados a la vida de nuestros pueblos. Solitarios paraísos de quietud, en los que el viento silba durante las noches de invierno lamiendo sus esquinas, donde las buenas gentes del lugar acuden en fechas señaladas a gozar de las apacibles impulsos de su devoción y de sus recuerdos más íntimos.
Las ermitas se extienden por igual a lo largo y a lo ancho de todas las tierras de Guadalajara, no tienen para su emplazamiento una comarca determinada de especial predominio. El tiempo de su construcción y el estilo arquitectónico al que pertenecen son de lo más dispar. En tanto que la de “Santa Catalina”, en los páramos molineses de Hinojosa, la de “Santa Coloma” de Albendiego, o la de “La Estrella” en Atienza, son románicas del siglo XII, la de “La Virgen Dulce”, situada sobre la cima de un montículo en las afueras de Horche, se levantó en 1982, es decir, a finales del XX.
Nuestras ermitas son románicas en buena parte, renacentistas o barrocas algunas otras, levantadas por el fervor popular en los siglos XII, XVI y XVIII. Casi todas están provistas de un par de ventanucos a media altura, abiertos en la puerta de entrada, desde los que se deja ver al fondo la imagen del santo titular. Suelen tener adosado un pórtico que se sostiene sobre dos columnas, en el que no suelen faltar unos poyos de piedra, o bancos, laterales sobre los que poderse sentar a la sombra. En algunas de las ermitas se celebran cada año concentraciones de fieles, a las que asisten romeros de los pueblos del contorno o de la provincia entera, como es el caso de la romería de “La Salud de Barbatona” cada segundo domingo de Mayo, o las de “Valbuena en Cendejas del Padrastro”,“Del Saz en Alhóndiga”, de“Nuestra Señora del Madroñal en Auñón”,“Del Peral en Budia” o de “La Hoz en Ventosa”, junto al río Gallo, donde se guarece bajo los riscos su pintoresco santuario.En la capital de provincia, con servicio litúrgico diario, queda la ermita de la Patrona de la ciudad, Nuestra Señora de la Antigua.