Paella

30/07/2023 - 17:18 Antonio Yagüe

Las elecciones nos han dejado el cuerpo para mejor no hablar de política estas vacaciones con hijos, cuñados/as, suegras, y hasta amigos, conocidos y saludados, como clasificaba Josep Pla a la gente de la vida cotidiana. El problema es que, forofizado el fútbol, cada vez quedan menos temas de conversación sin conflicto.

El más socorrido ha sido siempre la comida. Pero ahora en cada casa hay un chef y un gastrónomo. Es complicado hasta hablar de migas, porque pocos saben hacerlas bien y se plantea el dilema de si mejor con pimentón, torreznos, chorizo, huevo frito… La paella, o “arroz con cosas” como dicen los puristas si no se siguen sus normas, se ha situado en el foco. No hay fiesta, comida familiar o comunitaria que se precie sin este plato nacional tras el boom turístico de los 60, declarada Bien de Interés Cultural Inmaterial por la Generalitat Valenciana.

“Si quieres discutir, ponte a hacer una paella con alguien o explica cómo hacer la mejor”, comenta un vecino del siglo pasado. En nuestra infancia  valía con unos puñadejos de arroz acompañados de marinesca, una conserva gallega con sabor a mar que permitía cocinarla en sartén o perola “de forma cómoda, rápida y sencilla”.

Hoy es el plato más sofisticado del mundo. Expertos valencianos dicen que, aparte de arroz -bomba, claro-, debe contener al menos agua, aceite de oliva, sal, azafrán, tomate, judía verde plana, garrofón, pollo y conejo. Se admiten otros ingredientes como pimentón, romero y alcachofa “¡Jamás chorizo!”, ha condenado el famoso cocinero José Andrés.

Se cuestiona hasta el origen. “La paella es vasca”, defienden desde el Norte ¿Razón? No pudo generalizarse hasta que la siderurgia fue capaz de fabricar el instrumento que le da nombre, la paellera.

Un micromachismo: si el cocinero es hombre “queda de llorar”, como dicen los modernos. Seguramente la hace mejor su mujer. Sin alardes ni coros.