Papeles con historia
La Iglesia siempre ha sido promotora y garante de la cultura a todos los niveles. A través de la expresión escrita, los párrocos nos han transmitido toda la vida de la parroquia: desde que se nace hasta el fin de los días. Por ello, los libros sacramentales recogen los pormenores de datos familiares, las raíces de donde provenimos, las uniones y el desenlace final.
Pero en todo este intermedio se han producido muchos avatares: se han construido iglesias con todo lo que ello lleva consigo, la devoción de los fieles ha llevado a fundar cofradías, se ha ejercido la caridad con la fundación de casas-hospital, se ha promocionado el trabajo manual artesano en la construcción de iglesias, retablos, órganos, rejerías, arte suntuario … Y para llevar una cuenta sucinta de todas estas actividades se tomaba nota en los respectivos libros, hasta el punto de que ninguna actividad parroquial debía quedar en el olvido. Por ello los numerosos libros y documentos que nacían al amparo de la iglesia local y de la curia diocesana, dan una buena muestra del acervo cultural escrito que hoy se conserva en el Archivo Histórico Diocesano.
Ya conocemos el dicho: lo que se escribe se lee. Pues bien, con todos estos documentos, investigándolos, reconstruimos y completamos la historia. Nos encontramos con novedades, para muchos desconocidas, y se halla la solución a algunos interrogantes.
Por ello, la indexación resulta fundamental para saber de qué documentación se dispone. Esto conlleva un trabajo minucioso, de cirujano documental. En ocasiones, el papel más insignificante nos puede dar una grata sorpresa. Valga como ejemplo, el hallazgo de una carta, tamaño cuartilla, de la emperatriz Isabel de Portugal dirigida a las religiosas clarisas de Molina de Aragón agradeciéndoles sus oraciones, fechada en 1536. Esta carta se dio a conocer en la exposición Atempora.
La investigación no se debe constreñir, exclusivamente, a saber quiénes son nuestros antepasados. Las posibilidades son muy variadas. Conocer la documentación amplía nuestros horizontes