Pastrana se vuelca con la celebración de su Festival Ducal
17/07/2011 - 12:41
Pastrana y su Festival Ducal han superado con éxito la barrera de los diez años de vida, un momento en que la cita cultural confirma su consolidación, como se congratula el alcalde del municipio, Juan Pablo Sánchez Sánchez-Seco, que pone la mayor parte del mérito en las asociaciones y vecinos de la localidad. La villa ducal volvió ayer nuevamente al renacimiento, su época de mayor esplendor, y varios millares de visitantes, unidos a los propios habitantes, no quisieron perdérselo. El hilo conductor de esta nueva edición, los hijos de la princesa de Éboli, fueron ayer los ejes principales de las celebraciones, que terminaron ya entrada la noche, con un impresionante desfile. Un año más, y ya son diez, el pueblo de Pastrana se volcó con la celebración de su Festival Ducal, logrando que el municipio volviera de nuevo a su época de mayor esplendor, el siglo XVI, cuando los príncipes de Éboli se paseaban por sus angostas y empedradas calles. Precisamente a ellos, los hijos de la princesa de Éboli, está dedicada esta edición, por mantener el interés por Pastrana al igual que lo hizo su madre, y por seguir impulsando y fomentando su importancia como villa. Cada año se pretende dar un tema nuevo sobre la familia Mendoza. Y los hijos de la princesa de Éboli, todos ellos siguen la tradición de sus padres y mantienen una estrecha vinculación con Pastrana, especialmente Fray Pedro González de Mendoza, que es el que amplía la iglesia a colegiata, el que construye la cripta para el enterramiento suyo, de sus padres y de sus abuelos, el que da un gran impulso a Pastrana, al igual que sus hermanos, señalaba el alcalde, Juan Pablo Sánchez Sánchez-Seco. Alrededor de las 11 de la soleada mañana de ayer, tercera jornada de esta especial décima edición del festival, vecinos del pueblo y visitantes fueron reuniéndose en torno a la plaza de los Cuatro Caños, a la que empezarían a llegar también curiosos y cómicos personajes. Bellas aldeanas que lavaban con esmero sus ropajes en la fuente, romanceros y buscavidas, un invidente rodeado de sus lazarillos y cómicos titiriteros que hacían las delicias de los más pequeños partieron de esta conocida ubicación, para guiar sus pasos, con todo su colorido y ambientación, hacia la plaza del Ayuntamiento. Allí tendría lugar un vistoso baile de doncellas amenizado por los dulzaineros, en el que, además, se animaron a participar vecinos y visitantes. A su término, la comitiva renacentista se dirigió hacia la plaza de la Hora, donde tendría lugar la última representación antes de la charla prevista en las antiguas caballerizas del Palacio Ducal.