Patrón de los animales

18/01/2020 - 18:34 José Serrano Belinchón

En muchos lugares de la provincia este fin de semana se celebra San Antón. 

Sí; hoy se celebra en muchos pueblos de España y en alguna que otra ciudad la fiesta de San Antonio Abad, San Antón, protector y patrón de los animales. Festividad que durante los últimos cuarenta o cincuenta años ha ido perdiendo popularidad, a medida que la maquinaria agrícola, los tractores principalmente, se vienen encargando de realizar los trabajos que, en tiempo de nuestros padres, y más todavía de nuestros abuelos, corrían a cargo de las caballerías, mulas en su mayor parte, o ejemplares de vacuno en otros lugares según costumbre. Se trataba de una fiesta digamos que de segundo orden, sí, pero de carácter eminentemente popular, donde los animales de todas las especies al servicio del hombre, protagonizaban el ambiente festivo de diferentes maneras, según la costumbre de cada lugar.

            En no pocos de los pueblos de la ancha Castilla, los burros, las mulas y los caballos, al servicio del agricultor, se llevaban hasta la puerta de la iglesia, muchos de ellos engalanados, donde cada año recibían la bendición solemne del cura párroco, revestido para tal efecto. Acto al que seguían carreras y cabalgatas festivas por calles y extramuros. A los animales se les daba un “menú” especial y se les libraba del trabajo como detalle. En mi pueblo había procesión solemne con la imagen del santo anacoreta del siglo cuarto, y llegada la tarde baile en el salón para la gente joven.

            Hace mucho tiempo, más de treinta años seguramente, que no me sorprende la fiesta de hoy en pueblo alguno. Mucho me temo que la antigua celebración en honor del venerable santo, fundador del movimiento eremítico, nacido en la ciudad egipcia de Heracleópolis, y fallecido en Tebaida el 17 de enero del año 356, haya ido desapareciendo paulatinamente, de año en año, en el medio rural como tantas otras cosas lo han hecho, y lo seguirán haciendo en detrimento de un costumbrismo de siglos que, nos guste o no nos guste, forma parte de nuestra pequeña historia, de nuestro costumbrismo ancestral, de nuestro recuerdo que es parte de nosotros mismos.