Píldoras de cianuro


Queridos redactores del periódico Nueva Alcarria. Como ya sabéis, una de las cosas de las que más me enorgullezco a nivel personal es poder dedicar unos minutos cada quincena a poder redactar estas líneas sobre economía divulgativa para que pueda ser entendida por el público general. Suele ser cita ineludible y un compromiso con los lectores, pero en esta ocasión, al coincidir la presentación de los impuestos trimestrales con el cierre de la edición, esos minutos de gozo se convierten en meros segundos de dedicación sesuda sobre las finanzas que nos importan en el día a día. La actualidad está muy revuelta, así que este artículo serán cuatro píldoras para entender lo que pasa y preocupa al alcarreño de a pie. Esto será una visita de cortesía, la visita del médico, el botellín a volapié o la llamada para ver que se ha llegado a caso. Queridos redactores, volverá a pasar, porque los economistas nos hemos convertido en publicanos romanos destinados a obtener locatios y vectigalias de todos nuestros vecinos contra viento y marea. Colaboradores sociales nos llaman. Eufemismos. En fin, pasemos al menú principal. 

    En primer lugar, esta semana hemos visto cómo el Congreso tumbaba el denominado decreto ómnibus, donde el ejecutivo ha hecho un cajón de sastre con todo lo que quería aprobar independientemente de la finalidad. Son lentejas, si las queréis bien y si no, también. Cabe recordar que España vive en una minoría parlamentaria y no se puede vivir eternamente a base de reales decretos que pueden estar sometidos al momento ideológico y no a la necesidad del ciudadano. Aunque se termine aprobando, peajes y cuitas aparte, digamos que no ayuda al ciudadano esta inestabilidad política y la vuelta al fango de cada decisión institucional.

    En segundo lugar, ha vuelto para quedarse, al menos durante cuatro años, un señor con el pelo rubio y piel naranja que ya sabe lo que es sentarse en la Casa Blanca y no se va a andar con chiquitas. Es consciente de la debilidad que tiene Estados Unidos en su balanza de pagos y su política exterior con una China y una Rusia comiéndole la tostada del tablero político y con una Europa cada vez más inane en la geopolítica mundial. Trump ha prometido aranceles y aunque desde este lado del atlántico lo vemos como un loco descerebrado, algo tiene que tener para que el mundo esté girando el cuello hacia sus decisiones. Nos llaman BRICS, ojalá fuera así. Nos quedamos en PIGS. 

   En tercer lugar, hemos visto, con luz y taquígrafos, el asalto a la cúpula de Telefónica a plena luz del día y sin más causa aparente que el control por el control. Tengo el gusto de conocer a Pallete desde hace década y media gracias a Wayra y no tengo más que respeto y admiración a un ejecutivo que ha reducido la deuda de la mayor teleco de España a menos de la mitad. Tiene mucho mérito reducir 4.000 millones de euros de obligaciones al año con la feroz competencia que hay en el sector. Jubilarse es una pasada, pero que te echen por capacidad para poner a otro por un interés que no sea técnico o empresarial, se llama cacicada propia de alguna república bananera de otras latitudes. Para esto sí nos viene bien estar en Europa.

    Por último, seguimos con el enorme problema de la vivienda, muy vinculado a la falta de capacidad de ahorro de la población en general y a los tipos de interés que parece no van a bajar tan drásticamente como se esperaba. Estados Unidos mantiene los tipos en el 4,5% y Europa los reduce por quinta vez en siete meses al 2,75%. Y no se olviden de la famosa prima de riesgo, que en 2025 nos dará tardes de gloria si siguen con desequilibrios las economías francesa y española mientras Alemania está vendimiando. En fin, querido lector, ya está puesto al día y hablando de uvas, a ver si pasa el día de hoy y los asesores fiscales podemos celebrar el final de año tributario. Sangre, sudor y lágrimas. Pequeñas píldoras de cianuro para sobrevivir a nuestros tiempos. Y no, no hablo de impuestos.