Plomo y asfalto

29/11/2019 - 14:30 Emilio Fernández Galiano

Nos divertimos en color y prosperamos en color. Hasta que empezaron a rescatar las imágenes en blanco y negro con no se  qué memoria.

 Son esos días que no hay horizonte, ni puntos de fuga, caprichosas definiciones técnicas respecto a otro tipo de sentimientos. Son esas mañanas que andando por la selva de asfalto compruebas que el gris de la Castellana no tiene fin, se ensambla en un degradé mágico, tal vez tedioso, con el cielo plomizo de Madrid. 

Mis presentimientos se visten de gris, como esa materia de casquería que tenemos encerrada entre occipitales y frontales, y que en ocasiones, demasiadas, brilla por su ausencia. Mis primeros recuerdos son también en gris, tal vez por la influencia de la televisión en blanco y negro. Como el fútbol de Franco o como sus telediarios. O como las imágenes del Nodo en las que aparecía el dictador inaugurando pantanos, a pesar de que el canal DMAX ahora colorea los fotogramas, pero no cuela, porque la vida realmente era en gris. O las primeras faenas que recuerdo de El Viti o de Paco Camino. Capote gris, muleta gris. Como las primeras películas de Hitchcock,  Cary Grant en gris o la bella Ingrid Bergman en gris.  Todo lo recuerdo en gris. O como los reportajes sobre la funesta guerra civil. 

Muerto Franco volvió el color, que se incorporó también a los periódicos. Y a los mundiales; impactante ver el naranja de Holanda contra el amarillo y azulón brasileños sobre el inmenso tapete verde cuando creíamos que era como el color del cemento.  Hasta a la selección le cambiaron de nombre y de La Furia pasó a ser la roja. Y nos dimos cuenta de que la sangre de los toros y de los toreros era del mismo color, y no era gris.

Naranjito hacía honra a su color y el pajarraco de la Expo de Sevilla tenía en su nariz incorporado el arcoíris. Explosión de color y de infraestructuras y a España no la reconocía ni la madre que la parió. Nos divertimos en color y prosperamos en color. Todo marchaba bien. Hasta que empezaron a rescatar las imágenes en blanco y negro con no sé qué memoria cuando lo que estamos haciendo es olvidar nuestra propia historia. Y los parlamentos cada vez se parecen más a los del 31, con nuevos frentes no sé si populares o populistas que arremeten contra el mejor sistema que nuestro país ha conocido. Y los independentistas emulan a Companys, que también lo recuerdo en gris. Y en negro. Demasiadas cosas me recuerdan a entonces. No me extraña que las nubes sean plomizas, como el asfalto de la Castellana.