
Por rutas imperiales
Como en aquella vieja cancioncilla falangista que quizá alguno recuerde, hay quienes, en su afán por levantar su patria, han elegido ir por rutas imperiales.
Vivimos tiempos confusos, donde se mezclan los conceptos, los valores y los principios, donde vemos a nostálgicos del franquismo defendiendo a Rusia como valedora de las esencias tradicionales, último bastión de los valores de la cristiandad, a ultracapitalistas avalando al Partido Comunista Chino como ejemplo de claridad de ideas en su defensa del desarrollo con orden, o incluso a conservadores tradicionales disculpando al islamismo más reaccionario -siempre y cuando se mantenga lejos- por su constancia monoteísta. La mafia rusa, la élite corrupta china y la delirante teocracia islámica se han convertido para muchos, así sea indirectamente, en el modelo a defender, en ejemplo a seguir. Autoridad, jerarquía, fuerza y fe son conceptos anhelados, la materia prima de su retórica, poco importan las contradicciones.
La existencia no determina la conciencia, por mucho que Marx declarara lo contrario. En el actual contexto, donde la situación económica no justifica, ni mucho menos, la desconfianza en el sistema, que se extiende como una mancha por Europa, donde hemos superado una y otra crisis a la par que nos hemos contaminado de la mayor de las desconfianzas, de un escepticismo extremo, es la conciencia, su actual deriva, la que acabará señalando el camino. Y mucho me temo que, de insistir en el acoso y derribo de nuestros valores, acabe siendo en sentido contrario a lo que auguran sus pretendidos protectores. Es curioso comprobar cómo Rusia, China e Irán financian, sin disimulo ninguno, a partidos de ambos extremos, cómo consiguen, bizum mediante, comprar lealtades de políticos, periodistas, militares, académicos y “expertos” en general.
Leí hace unos días, iba a decir con sorpresa, pero ya poco me sorprende, que un grupo de alcaldes españoles ha realizado un viaje a China, una gira con todos los gastos pagados. Dos asociaciones pantalla, afines al régimen comunista, han sufragado la visita por algunas ciudades chinas de nuestros regidores. Entre ellos los de Langreo, Jaén, Alcázar de San Juan, Oñati, Dos Hermanas, o, agárrense, nuestro paisano de Zarzuela de Jadraque. Entre otras virtudes del modelo comunista, les explicaron las bondades del sistema de elecciones municipales que, por hacerles el resumen, es lo más parecido a los tercios del franquismo. Volvieron encantados, prestos a hablar maravillas de lo que han visto. El populismo apela al nacionalismo más rancio, por un lado, y a la demagogia más extrema, por otro. Ellos avanzan por los flancos, prietas las filas y firme el ademán. Su victoria será nuestra derrota. Impidámoslo.