Prisas maquiavélicas

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Editorial
La Cámara de Comercio publicó el 29 de septiembre de 2009 el pliego de cláusulas administrativas que rigen en la contratación de la redacción del proyecto y ejecución de las obras de edificación del Palacio de Congresos. Restaban, entonces, sólo cuatro meses de legislatura a los actuales miembros de sus órganos de Gobierno. Había urgencia por resolver, en apenas 120 días, el proyecto más importante en la historia de la Institución. Y las prisas son, siempre, malas compañeras.
Quizás, por eso, son de dudosa legalidad alguna de las cláusulas redactadas precipitadamente en el pliego; quizás, también por las prisas, existieron discrepancias en la elección de alguno de los miembros que componen la mesa de contratación. Las prisas, ¡malditas prisas!, provocaron que la mesa de contratación resolviera un concurso de esta magnitud en pleno proceso electoral. Tanta precipitación despertó la preocupación y la inquietud del presidente de la Cámara, Carlos Remartínez. Por eso, y ante tanta irregularidad manifiesta, convocó tres comités ejecutivos en apenas dos meses -el último, el pasado martes, día 9- para manifestar a sus miembros sus objeciones al proceso. Y, paradójicamente, quienes tenían tanta prisa en resolver el concurso no la tenían para acudir a las convocatorias selladas en el registro de la Cámara por su presidente. Los comités no se pudieron celebrar por falta de quórum. Y eso que el art. 24 del capítulo IV del Reglamento de las cámaras especifica que “la asistencia a las reuniones de los órganos de la cámara es obligatoria para los titulares de los mismos”. Como algunos miembros del comité ejecutivo parecen desconocer el reglamento, el presidente de la Cámara convocó a la mesa de contratación también el martes día 9 para que se retratara. Y la foto salió como se esperaba: cuatro votos a favor de la adjudicación provisional del proyecto a una UTE en la que participa una empresa de Javier Heredia, -vocal de la Cámara-, y dos votos en contra: el del presidente y el del tesorero de la institución. Lo verdaderamente importante no es el resultado de la votación, –la adjudicación definitiva será responsabilidad del pleno que surja de las próximas elecciones- sino que el presidente y el tesorero de la Cámara hicieron constar en el acta de la mesa todas sus salvedades al concurso de adjudicación. Y, entonces, volvieron los sudores fríos… ¡y las prisas! Había que tenerlas para evitar que se presentaran al pleno convocado para el miércoles, día 10, el número suficiente de miembros. De haberse celebrado, todos hubieran conocido a través de su presidente las maquiavélicas triquiñuelas de quien se vale de la Cámara de Comercio -una institución que mantenemos entre todos los empresarios y comerciantes de Guadalajara- para obtener jugosos contratos para sus empresas.