
Promesas en el Mesa
El populismo es un activo que cotiza cada vez más al alza en España. También en la comunidad, nuestra provincia y los pueblos del Señorío, desde hace tiempo con menos gente que perros o farolas.
El populismo es un activo que cotiza cada vez más al alza en España. También en la comunidad, nuestra provincia y los pueblos del Señorío, desde hace tiempo con menos gente que perros o farolas. Basta con que aparezca algún político a pedir el voto, clausurar algo, entregar algún premio, celebrar una fiesta o simplemente a tratar de justificar su sueldo.
Como preludio de Navidad los delegados de Page y su séquito se dieron una vuelta la semana pasada por el Valle del Mesa para anunciar a alcaldes y concejales que la zona podría ser incluida en una “ITI” (inversión territorial integrada), un plan con abundantes fondos europeos a modo de maná, que se está cocinando a fuego lento en Toledo. El nombre suena bien acompañado de “reactivar la economía” o “impulsar sectores e iniciativas productivas”. También lo de “enorme potencial turístico” o la recién descubierta “singularidad ambiental” de la zona.
En cualquier caso, solo hablaron de planes muy futuros. Eso sí, prometieron intermediar en la mejora del cauce del río, competencia de otra Administración (Confederación Hidrográfica del Ebro), y agradecieron el trabajo “incansable e impagable” de los primeros ediles de Mochales, Villel y Algar de Mesa por su “compromiso y amor para mantener vivo nuestro mundo rural”. Amén.
Nada en concreto y hasta otra. Mientras, siguen sin resolverse serios problemas como las desgobernadas cuentas municipales desde 2011 por desidia de quien sea, la paralizada central hidroeléctrica de Algar, la deficiente depuración de las aguas residuales, y los inconvenientes burocráticos de una capital tan lejana. Tan reales como -cuenta Rafael Gutiérrez- tener que llevar desde Mochales a Guadalajara aceite usado de maquinaria por carecer de otro punto limpio concertado más a mano. Total: 260 kilómetros y 5 horas entre ir y volver.
Pero por prometer que no quede. Cuentan que Romanones, -cuando el desplante en la Real Academia y su histórico “¡Joder, qué tropa!”-, visitó la zona para pedir el voto, que un año compró a duro la unidad. Ya en Amayas tiró de discurso (el mismo de Mochales) y prometió, si se le votaba, la construcción de un puente como el de Molina a prueba de riadas. Alguien en primera fila le atajó: “¡Pero si aquí no tenemos río!”. “¡Pues se trae!”, ofreció y cerró el mitin.