Puerta grande para Cartagena y Ventura
15/09/2012 - 14:40
Fueron dos y pudieron ser tres. Dos caballeros por la Puerta Grande, Andy Cartagena y Diego Ventura, y Sergio Galán que se quedó en el umbral con los dientes apretados. Cualquiera que lea el resultado del marcador con seis orejas, pensará de inmediato en las bondades de la corrida de El Canario.
Y nada más lejos de la realidad. Los murubes crecieron en las manos de los jinetes desde sus marcadas querencias y alguno que otro sirvió como mimbre para faenas próximas a la brillantez. Menos el segundo, que fue inservible a todas luces y caro lo pagó Galán.
Cuando Ventura mató al sexto de la tarde, los mozos de las peñas le corearon Tú sí que vales y es que paso a paso, o mejor dicho, año a año, ayer conquistó su cuarta puerta grande consecutiva en esta plaza. Ninguno de sus toros tuvo motor, pero nadie como él es capaz de inventarse faenas con guión arrebatador con las que va metiéndose al público en el bolsillo. Ventura ganó la batalla con el canario que cerró plaza, un toro de tranco sostenido en cuya lidia exhibió las nuevas monturas de la temporada.
La plaza se volteó sobre Pegaso, un tordo vinoso con un corazón de acero que sublimó por riesgo y exposición. De frente lo atacó en varios embroques hasta quebrar en la distancia corta. Bestial Ventura en la plenitud de la lidia que continuó con Ordóñez. Las piruetas y corvetas se sucedieron ligadas cual molinetes en la misma cara y el gesto hizo subir la temperatura. La triada de banderillas cortas rematadas con el adorno del teléfono causó el paroxismo y en el volapié, como si dijésemos, se volcó en todo lo alto.
La cuarta salida a hombros del jinete luso-andaluz se asomó en el palco presidencial en cuanto Barbero dobló: los dos pañuelos de José de Pedro la anunciaron. Antes sorteó un tercero justito de presentación con el que lució a lomos de Nazarí. Caballo castaño de gran flexibilidad con el que se recorrió el ruedo a dos pistas con la embestida cosida al estribo. Se rajó y aquerenció el animal y Ventura hubo de provocar una barbaridad para sacarlo de sus terrenos. Redondeó con las rosas que evocan siempre el aroma de la casa Peralta. Un rejonazo trasero propinó una muerte lenta. Echó el jinete pie a tierra y acompañó al astado en el último trance desde el centro del ruedo a las tablas. Una faena técnica para valorar en su medida con una oreja.
Rozando el triunfo
.Bajo y vareado fue el segundo que saltó al ruedo. Con muy pocos pies y con un aparente problema de movilidad. Lo intentó Sergio Galán que puso todo de su parte y con Ojeda lo condujo con temple y mimo exquisito en galopes de costado por los adentros. El poco celo que tuvo lo exprimió Galán a lomos de Titán. El pinchazo que precedió al medio rejonazo desmoronó cualquier posibilidad de éxito.
Afortunadamente, se pudo desquitar Galán en el que hizo quinto, en la que fue posiblemente la más ortodoxa labor de la tarde.
A portagayola esperó a Jardinero montado sobre Amuleto y con Vidrié se dejó querer para contraatacar ejecutando quiebros de gran pureza y ajuste. Con el bayo Apolo aguantó parones en la grupa y dio tiempo al toro para rehacerse antes de confirmarse en un par a dos manos impecable. El pinchazo hondo trasero redujo el premio a una solitaria oreja y el taranconero no pudo acompañar a Cartagena y Ventura en la Puerta Grande.
La suerte le anduvo esquiva.
Una oreja de cada toro sumó Andy Cartagena en su feliz reencuentro con esta plaza. La cintura flexible del jinete de Alicante se dobló juncal para clavar las cortas al violín. Sobrio, maduro y certero, Andy obtuvo recompensa a tanta lucha para remontar las graves lesiones de los últimos tiempos. A hombros se fue junto a Ventura camino del paseo de Las Cruces.