Que tome nota Zapatero
01/10/2010 - 09:45
El comentario
Fermin bocos Periodista
El campo, la España profunda, se siente herida. Que tome nota Zapatero porque cuando los agricultores, los ganaderos, los jornaleros, las sufridas gentes del campo, llaman por miles a las puertas de Madrid, quiere decir que no pueden más, que están hartos. Hartos de trabajar de sol a sol para que el fruto de su sudor quede en manos de intermediarios y especuladores que compran en céntimos y venden en euros.
Hartos, también, de un Gobierno que las pocas veces que se ocupa de los problemas del campo lo hace a la manera de los ecologistas, con ojos de dominguero o veraneante.
Sólo quienes saben de la avaricia con la que la tierra da sus frutos; de la dureza y de la rudeza extrema que aparejan las labores del campo pueden entender el hondo calado del reproche que supone la manifestación del pasado fin de semana en Madrid. 120.000 agricultores se han quedado sin trabajo en los dos últimos años y una cifra similar acudió a Madrid para exigir a Zapatero que cambie de política y de ministra. Para exigir que España defienda en Bruselas a nuestros agricultores a la manera como Sarkozy lo hace con los suyos.
Las gentes del campo no están politizadas, ni las mueve o las estabula burocracia sindical alguna: tienen demasiados callos en las manos y no saben de especulaciones o demagogias partidistas. Alzan la voz porque se sienten olvidados por un Gobierno que está en otra cosa. El peso de las gentes del campo en la urnas es escaso, apenas un 6 %, y esa levedad es, en parte, la causante de sus males. En la España de nuestros días, con un presidente de Gobierno que vive de las encuestas y ha hecho de la imagen y de la televisión su obsesión y su hoja de ruta, el campo no cuenta. O no contaba, hasta que el pasado fin de semana, hartas de tanta penuria sus gentes llamaron con mano encallecida a las puertas de Madrid. Que tome buena nota Zapatero porque el cabreo de las gentes del campo no se aplaca diciendo que los problemas se arreglarán durante el semestre en el que España presidirá la Unión Europea.
Sólo quienes saben de la avaricia con la que la tierra da sus frutos; de la dureza y de la rudeza extrema que aparejan las labores del campo pueden entender el hondo calado del reproche que supone la manifestación del pasado fin de semana en Madrid. 120.000 agricultores se han quedado sin trabajo en los dos últimos años y una cifra similar acudió a Madrid para exigir a Zapatero que cambie de política y de ministra. Para exigir que España defienda en Bruselas a nuestros agricultores a la manera como Sarkozy lo hace con los suyos.
Las gentes del campo no están politizadas, ni las mueve o las estabula burocracia sindical alguna: tienen demasiados callos en las manos y no saben de especulaciones o demagogias partidistas. Alzan la voz porque se sienten olvidados por un Gobierno que está en otra cosa. El peso de las gentes del campo en la urnas es escaso, apenas un 6 %, y esa levedad es, en parte, la causante de sus males. En la España de nuestros días, con un presidente de Gobierno que vive de las encuestas y ha hecho de la imagen y de la televisión su obsesión y su hoja de ruta, el campo no cuenta. O no contaba, hasta que el pasado fin de semana, hartas de tanta penuria sus gentes llamaron con mano encallecida a las puertas de Madrid. Que tome buena nota Zapatero porque el cabreo de las gentes del campo no se aplaca diciendo que los problemas se arreglarán durante el semestre en el que España presidirá la Unión Europea.