Quevedo y la independencia de Cataluña

18/11/2017 - 12:48 Manuel Ángel Puga

Los nacionalistas catalanes se sublevaron contra el gobierno de España, proclamando la independencia, en el año 1641, durante el reinado de Felipe IV.

Como es sabido, el pasado viernes, día 27 de octubre, el Parlament declaró la independencia de Cataluña. La verdad es que este hecho, con todo lo grave y llamativo que resulta, no es algo nuevo. Ya otras veces a lo largo de la Historia los nacionalistas catalanes se habían sublevado contra el Gobierno de España, proclamando incluso la independencia. Esto fue lo ocurrido, por ejemplo, en el año 1641, durante el reinado de Felipe IV y cuando vivía don Francisco de Quevedo. El problema, pues, no es de ahora; tiene una antigüedad de casi 400 años, y se volvió a repetir en marzo de 1873, en abril de 1931, en octubre de 1934 y ahora en el año 2017.
    Haciendo referencia a la proclamación de independencia del año 1641, es preciso recordar que en el mes de mayo de 1640 tuvo lugar en Cataluña la revuelta de los “segadors”, motivada por la subida de impuestos llevada a cabo por el Conde–Duque de Olivares, valido de Felipe IV, y por la estancia de los Tercios españoles en tierras catalanas debido a la Guerra de los Treinta Años. El día 7 de junio los “segadors” entraron en Barcelona para liberar a Tamarit, diputado encarcelado por oponerse a la presencia de los Tercios en Cataluña. En la revuelta asesinaron al virrey conde de Santa Coloma y a una veintena de funcionarios.
 Los “segadors” promovieron una auténtica revolución en Cataluña, atacando a la burguesía, a los altos cargos de la Generalitat, a los terratenientes, etc. La consecuencia fue que la burguesía y las clases adineradas huyeron de Cataluña. Algo que ahora se viene repitiendo con los bancos y las empresas. Aquella crítica situación se prolongaba, por lo que el abate Pau Claris, que estaba al frente de la Diputación, decide proclamar la República catalana independiente el día 17 de enero de 1641. Ante la caótica situación que se había creado, Pau Claris recurrió a Luis XIII, rey de Francia para sofocar la revolución y para ponerse bajo su protección. Al final, lo cierto fue que aquella República tan sólo duró una semana.
    El mal gobierno del Conde-Duque de Olivares no sólo ocasionó revueltas en Cataluña, sino también en Castilla, Andalucía y Aragón. Existía en España un descontento generalizado. Una de las más ilustres figuras de nuestras Letras, don Francisco de Quevedo, se encontraba entre los que se sentían descontentos y preocupados por la grave situación que existía en España. Él, que residía en la Corte y gozaba de la amistad del rey, se sentía llamado a criticar la política del Conde-Duque y a provocar su caída. La crítica la hizo en el célebre “Memorial contra el privado”, que apareció bajo la servilleta del rey. Respecto a provocar la caída de Olivares, y según algunos autores, Quevedo fue mucho más lejos. En efecto, opinan dichos autores que don Francisco de Quevedo mantenía relaciones secretas con el cardenal Richelieu, las cuales tratarían de fomentar la sublevación de Cataluña y así perjudicar al privado. Es seguro que el genial escritor no buscaría el mal de España ni la independencia de Cataluña. Lo que buscaba por encima de todo era la caída y destitución del Conde-Duque, a quien veía como el principal causante de la crítica situación de España.
    Pero todo se descubrió, y como sospechoso de ser el autor del “Memorial” y también de mantener relaciones secretas con Francia, a través de Richelieu, nuestro escritor es denunciado, detenido y encarcelado en una húmeda celda del convento de San Marcos de León, hoy lujoso parador de turismo. En aquella celda insana permaneció durante cuatro largos años. Salió de ella seriamente enfermo. Tanto que apenas sobrevivió un par de años.
    Pablo Jauralde, uno de los mejores biógrafos de Quevedo, en su obra Francisco de Quevedo (1580- 1645) dice que éste fue denunciado por uno de sus amigos, pero que fue el Duque del Infantado quien se encargó de que la denuncia tomase cuerpo jurídico. Y añade que el Conde-Duque de Olivares escribió una carta al rey, cuando Quevedo ya estaba encarcelado, en la que le decía que “fue necesario que el Duque del Infantado le acusase (se refiere a Quevedo) de infiel y enemigo del gobierno y murmurador de él; y últimamente por confidente de Francia”. Resulta evidente que con la expresión “por confidente de Francia” el Duque del Infantado acusaba a Quevedo de contactos secretos y confidenciales con el cardenal Richelieu, en un momento en el que se estaba fraguando la sublevación de los “segadors”, la cual terminó con la declaración de independencia de Cataluña y la proclamación de la República.