Rebel: Espíritu e identidad
Resulta complicado analizar Rebel sin meterse en jardines. Es muy poco lo que sabemos sobre conflictos como el de Siria, en el que se ubica esta película. Y precisamente esa es una de las cosas que critica la película dirigida por Adil El Arbi y Billal Fallah: lo poco que sabemos y lo poco que nos importan conflictos como ese en el mundo occidental, algo cada vez más inaceptable en un mundo globalizado e interconectado, en el que los lazos emocionales de emigrados de segunda o tercera generación con sus tierras natales terminan afectándonos a todos.
Kamal es un joven de Bruselas que hace vídeos de rap y trafica con drogas. Sin embargo, su conciencia social se agita cada vez que ve por la televisión imágenes de cinflictos bélicos como el de Siria. Quiere ayudar, pero no se decide hacerlo hasta que la policía le pone entre la espada y la pared. Entonces, en su huida hacia adelante, viaja al corazón del conflicto para ofrecer ayudar humanitaria, aunque su sueño se verá truncado rápidamente, cuando es enrolado a la fuerza en las filas del Estado Islámico. Ahí conseguirá mantener sus manos limpias de sangre durante un tiempo gracias a su habilidad para hacer vídeos y hacer trabajos de propraganda. En paralelo, su hermano pequeño, Nassim, se convertirá en objetivo de un reclutador que aprovechará la sombra del hermano mayor ausente para influir sobre él. Mientras tanto, la madre de ambos, Leïla, ve impotente como la vida de sus dos hijos se va lo que viene siendo al carajo, básicamente.
El Arbi y Fallah son dos directores que recientemente han rodado la última entrega de Bad Boys y capítulos de la serie Ms Marvel. No es que ninguno de los dos productos sea una maravilla. De hecho, a un servidor le parecen flojillos, pero sería injusto culparles a ellos, que demuestran en ambos un eficaz e imaginativo uso de la cámara. Y precisamente esa es una baza que explotan de maravilla en Rebel.
La historia es intensa, dolorosa y cruel. Su transfondo, tiene la firme intención de servir como herramienta de denuncia contra el Estado Islámico, pero también guarda dardos contra el mundo occidental e intenta humanizar a buena parte los personajes. Es una historia de autor que, en manos de El Arbi y Fallah tiene además ritmo y tono casi de superproducción. Ambos elevan el material haciendo que esta historia de casi dos horas y media no decaiga en ningún momento, y además jugándosela con tres escenas musicales que bien podrían sacar al espectador de la historia, pero nada más lejos de la realidad. Además, saben aprovechar a la perfección un trío protagonista comprometido con sus papeles.
Rebel es una película divertida y dolorosa de ver... aunque suene raro. Una reivindicación de la libertad, incluso en las peores circunstancias, y de la identidad y la familia, incluso en las distancias más lejanas.