Sin bandera no hay orgullo


En torno a la efeméride del Día Internacional del Orgullo LGTBI, como viene siendo costumbre por desgracia, la noticia que emborrona las propias acciones realizadas por los diferentes colectivos y movimientos sociales es la controversia, generada por la inacción o confrontación de las derechas, sobre actuaciones, programas y hechos que ya estaban consolidados por la propia sociedad.

Se necesitaron muchos años para consolidar acciones que no estaban normalizadas, pero se necesitan pocos años para hacerlas desaparecer o descafeinarlas de contenido reivindicativo. El 26 de junio de 1977 tuvo lugar la primera manifestación en España, bajo el lema “Por la libertad de orientación sexual” y se puede afirmar, que no fue hasta principios del siglo XXI, coincidiendo con la aprobación del matrimonio igualitario, cuando la movilización activista en las grandes ciudades empezó a tener un apoyo social mayoritario, sin embargo, eso no ocurría en el resto del territorio español.

Los movimientos sociales y colectivos, en los territorios de menor densidad y dispersión de población, como puede ser Castilla-La Mancha, en los que las personas LGTBI durante años han tenido dificultades para conocer semejantes o tener referentes, llegando a emigrar a grandes urbes para poder vivir sin miedo o con normalidad, no empezaron a proliferar en número hasta mediados de la pasada década.

Esto no es casualidad, la invisibilidad e inacción en tiempos de Cospedal en materia LGTBI, generó una carga de frustración para muchas personas, que veían y comparaban cómo avanzaban otras comunidades unos años de expansión de derechos territoriales, en comparación con la castellanomanchega. A partir de 2015, con la llegada de Emiliano García-Page, se comenzaron a realizar políticas y normativas que favorecían la realidad de personas LGTBI, como la garantía del acceso a técnicas de reproducción asistida a parejas de mujeres, el protocolo de menores trans, las líneas de subvención a entidades para la elaboración de proyectos LGTBI, así como otras iniciativas que fueron la antesala de la Ley de Diversidad Sexual y derechos LGTBI de Castilla-La Mancha.

Las nuevas asociaciones que se crearon, sumadas a las ya existentes, comenzaron a trabajar en acciones formativas, talleres, exposiciones y organizando actos de visibilidad y reivindicación, y acercándose de una manera activa a las instituciones, como ayuntamientos y diputaciones, para formalizar y normalizar desde los principios más básicos, como la visibilización de insignias, banderas en fechas claves como en el Orgullo LGTBI, hasta desarrollar en algunas de ellas, se podría decir que exclusivamente de gobiernos progresistas, políticas en materia de diversidad sexual.

Pero la unidad de esfuerzos que vio nacer la ley autonómica, y el trabajo de años de colectivos y asociaciones LGTBI, se ha visto alterada desde las elecciones municipales celebradas en mayo de 2023, con la conformación de gobiernos locales y de diputaciones, que han puesto en cuestión derechos que hasta entonces creíamos garantizados, con la eliminación de políticas y concejalías de Igualdad y de Diversidad, y actuaciones que afectan negativamente al colectivo LGTBI y la no discriminación.

Es entendible que el Partido Popular se sienta en una situación comprometida, pero no se puede ‘sorber y soplar a la vez’, intentar cubrir el expediente con diferentes acciones, pero evitando que a su vez la visibilidad o implicación les marque demasiado. Ya sea por sus mochilas del pasado, ya que no olvidamos sus votos históricos en contra de la Ley de matrimonio igualitario de 2005, la Ley de Identidad Sexual de 2007, la Ley Zerolo en 2022 o la Ley LGTBI estatal, llegando a interponer un recurso al Tribunal Constitucional con la primera. O por las mochilas del presente, ya que es demostrable que su ‘matrimonio’ de conveniencia con la ultraderecha de VOX, condiciona y boicotea su intento de mostrarse como una opción política de centro derecha.

Los símbolos son importantes, porque dan visibilidad, porque lo que no se ve no existe. Y es sorprendente cómo el principio básico del Orgullo LGTBI y aquello que principalmente lo caracteriza, que es el empoderamiento y visibilidad, termina poco a poco siendo defenestrado por las derechas, blanqueándolo y convirtiéndolo en algo para no ser señalado. No se basa en fiestas, las fiestas son un elemento más de poder expresarse libremente en espacios públicos, reivindicar y empoderarse en aquellos ámbitos que a todos y todas las personas LGTBI se nos ha robado en algún momento de nuestra vida.

Una simple bandera, pancarta o pendón, como cada persona quiera llamarlo, en una fachada institucional, que plasme el reconocido arcoíris que representa la libertad de derechos humanos de diversidad sexual, es un símbolo imprescindible en nuestras instituciones, como un apoyo sin reservas, que se puede observar a cualquier hora del día por cualquier persona viandante, de que esa institución da la cara y apoya al colectivo.

Y que no se excusen en la Ley de Banderas, ya que ha quedado reflejado por múltiples informes, que aquellas acciones no son referidas en este asunto. Múltiples administraciones han podido realizar dicho gesto estos años, y ha sido avalado contra los intentos de denuncia de grupos conservadores.

Si PP y Vox nos quitan las banderas, desde el PSOE castellanomanchego la pondremos, en nuestras sedes, en las instituciones que gobernamos y también lo hará la propia sociedad civil, sindicatos y colectivos que abogan por una sociedad diversa, porque ‘sin bandera no hay orgullo’, porque las instituciones son el reflejo de la soberanía popular y los colectivos históricamente marginados tienen que ser dignificados a su máximo nivel por los siglos de humillaciones, invisibilidad y daños físicos y/o psicológicos sufridos, tanto en nuestro país, como en el resto del mundo.

Desde el Partido Socialista de Castilla-La Mancha, con Emiliano García-Page a la cabeza, tenemos claro que el primer paso es la visibilización y dignidad de las personas LGTBI, por lo que seguiremos apoyando las reivindicaciones y necesidades de los colectivos, y seguiremos aportando nuestras propias políticas, porque los derechos LGTBI son políticas.