Sin cartero y sin caja de ahorros: impotencia en Viñuelas ante la pérdida de servicios
El alcalde, Arsenio Pérez, denuncia el “abandono” que sufren pueblos como el suyo.
La despoblación preocupa, en estos momentos, a numerosas personas, muchos de ellos políticos del más alto nivel. La despoblación es el objetivo a batir. Pero en muchas localidades sufren en primera persona el que ese problema reconocido por todos se quede, de momento, en buenas intenciones. Arsenio Pérez se siente impotente como alcalde de Viñuelas, cargo que ocupa en su segundo mandato. A los obstáculos habituales que sortean día a día por ser un pueblo de algo más de 100 habitantes, se suma ahora la desaparición de varios servicios que consideran “básicos” para los habitantes de este pueblo y de los de la comarca. El primero de ellos es el de correos. “Nos quitan el cartero”, subraya sin titubeos Arsenio Pérez. “El titular del código postal 19184 se jubiló, por lo que llevábamos un tiempo con carteros esporádicos”. Ahora, no obstante, asegura que Correos, de manera “unilateral”, ha decidido suprimir esta ruta, algo que ya se ha denunciado en otras zonas de la provincia, como en la comarca molinesa.
“Nos dicen que no es rentable y no sé qué hacer. He hablado con la oficina de Marchamalo y se lo he comentado al delegado de la Junta, Eusebio Robles”. También tiene previsto comunicárselo a la subdelegada del Gobierno, Mercedes Gómez, de forma conjunta con el resto de alcaldes afectados: Casa de Uceda, Villaseca, Valdesotos, Tortuero y Valdepeñas de la Sierra. Ahora, la duda está en qué sucede si vecinos de estas localidades reciben una carta. “En principio las enviarían al código postal más cercano al nuestro, y cuando el cartero correspondiente tuviera tiempo o le viniera bien, nos las traería”. Mientras tanto, el cartero va “cuando puede” a Viñuelas, a escasos 30 kilómetros de la capital de la provincia, y deja las cartas bien al alcalde o bien en la gasolinera. “Es el penoso servicio que tenemos ahora y ni eso nos quieren dejar”, lamenta Arsenio Pérez, quien no descarta dirigirse al Comisionado del Reto Demográfico, Jesús Alique. Y es que la falta de Correos será un problema “grave” para los vecinos. “Yo comprendo que nuestro ritmo de vida es diferente. Mientras a una persona joven le pides su correo y te da uno electrónico, aquí hay muchos mayores que aún necesitan recibir sus facturas o notificaciones del banco en papel; o incluso el periódico Nueva Alcarria, al que estamos suscritos en el Ayuntamiento, ya no llegaría”.
Este abandono de lo rural no se queda en la falta de Correos. Viñuelas estrenó el año sin su oficina de la caja de ahorros, con más de 40 años de presencia en el municipio. “Su servicio era muy bueno y el 31 de diciembre cerraron sin avisar siquiera al Consistorio”. Cuenta el regidor que únicamente los usuarios recibieron un par de días antes una carta “con tres líneas” anunciando que les derivaban a la oficina más cercana, ubicada en El Casar, a 15 kilómetros de distancia. “Y encima se aparca fatal allí”, añade. El edificio en el que se ubicaba la sucursal era propiedad del Consistorio, que lo alquilaba a su vez a la caja de ahorros. Ante la desesperación de lo que se avecinaba, el alcalde ofreció dejárselo sin coste, pero el ofrecimiento no sirvió de mucho. Tampoco atendieron la propuesta de que dejaran un cajero automático ni la de que les trajeran una oficina móvil de vez en cuándo. “Ya estamos cansados, nosotros pagamos impuestos como cualquier ciudadano, y cada vez recibimos menos”, lamenta el alcalde.
Este “abandono” contrasta con el incremento de vecinos durante el pasado año: de 127 han pasado a 168 a causa de la pandemia de coronavirus, algo que se repite en otros pueblos. A éstos hay que sumar los que han decidido quedarse a vivir en Viñuelas sin empadronarse. “Eso significa que tenemos que dar muchos más servicios sin tener los medios económicos para ello. Hay mucha gente flotante que exige y el Ayuntamiento no recibe nada a cambio, por eso insisto tanto en la importancia de empadronarse”, sentencia Arsenio Pérez, quien se siente “con las manos atadas” ante los cambios que han acaecido en el pueblo en las últimas semanas. Sin embargo, trata de ver el vaso medio lleno. “Al menos el consultorio médico funciona bien, durante la pandemia con consultas telefónicas, pero ya con nuestro médico dos días por semana, lo mismo que la enfermera”.