TEJIENDO HISTORIAS (3): Albacete, tierra de contrastes y de artesanía
Albacete es una tierra sorprendente y desconocida, llena de contrastes y con una amplia oferta monumental, cultural y de ocio, por sus alojamientos, gastronomía, gentes, lugares, tradiciones y por qué no, su artesanía.
En el año 2017 la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha declaró como Bien de Interés Cultural Inmaterial la Cuchillería y la Navaja Clásica de Albacete. Se reconocía así esta artesanía como una de las manufacturas que mejor reflejan el noble oficio cuchillero tan arraigado en la capital manchega.
La destreza del artesano cuchillero junto con su sensibilidad artística han ido forjando a través de los siglos un importante sector productivo que da empleo y sirve como motor de desarrollo en la ciudad y su provincia. La cuchillería forma parte de la cultura popular de Albacete y su máximo exponente es la navaja.
Su origen se remonta a varios siglos atrás, constituyendo un bien cultural cuyo desarrollo se encuentra unido a la evolución histórica y socioeconómica de la ciudad. Miles de personas trabajan en este sector, que exporta a todo el mundo.
La historia de la navaja como cuchillo plegable es universal y antigua. Sus restos se han encontrado en los ajuares de sepulturas de incineración ibéricas de la Segunda Edad del Hierro y en las excavaciones romanas de los últimos años del Imperio.
La navaja clásica aparece de forma generalizada en España a finales del siglo XVI, aunque ya en el siglo XV está documentado el gremio de cuchilleros de la ciudad. Parece ser una artesanía heredada de los musulmanes. De pequeño tamaño y no tan pesada como la espada, la navaja se hizo más popular. Su forma y dimensiones se fijan definitivamente en el siglo XVIII. Las navajas de Albacete adquieren fama por su temple, firmeza y decoración en sus grabados. Crece entonces su demanda y popularidad, hasta el punto de albergar más de 20 talleres artesanales.
En el siglo XIX, con la llegada del ferrocarril, aparece la entrañable y conocida figura de los vendedores ambulantes de navajas. Estos cuchilleros, con expositor al cinto, salían a la estación y ofrecían su mercancía a los viajeros. En los inicios del siglo XX, se registra un gran cambio en la tipología y en la estilística. Según su diseño, la navaja de Albacete cuenta con doce modelos: Fieles, Anilla, Ventana, Pastora, Albaceteña, Tranchete, Lengua de Vaca o Capaora, Punta Espada, Punta Cortada, Estilete, Machete, Sevillana y Jerezana o Bandolera.
En las últimas décadas, la navaja ha sufrido ciertas transformaciones para adaptarse a las nuevas necesidades y modas. En otoño de 1964 se constituye la Cooperativa Cuchillera de Albacete. En junio de 1977, se crea la Asociación Provincial de Empresarios de Cuchillería y Afines (APRECU) que con distintas iniciativas, como la declaración de BIC Inmaterial, han conseguido difundir y salvaguardar la industria y manufactura de la navaja de Albacete. En el año 1998, se inauguró el “Monumento al Cuchillero”. Se trata de una escultura situada en la emblemática Plaza del Altozano, que ensalza la figura histórica del cuchillero.
La Asociación Provincial también impulsó la creación de la “Fundación para el Desarrollo de La Cuchillería”. FUDECU se ha encargado de la recuperación, mantenimiento y perfeccionamiento de la actividad artesanal e industrial relacionada con la cuchillería. Esta Fundación inicia su andadura con la creación de la Escuela de la Cuchillería de Albacete. Es una institución dedicada a la formación cuchillera, la única escuela de cuchillería de España y una de las pocas que existen en Europa. APRECU también ha promovido la creación y desarrollo del Museo Municipal de la Cuchillería de Albacete (MCA), inaugurado en el año 2004. Este Museo es uno de los referentes más importantes para la documentación, promoción y transmisión de este rico patrimonio artesanal.
Pero en la provincia de Albacete son muchos los pueblos con una larga tradición artesanal y una gran variedad de productos. Desde los famosos bronces de Riópar hasta las romanas de Madrigueras pasando por las cerámicas de Chinchilla o La Roda (como las tradicionales cuerveras), la alfarería de Villarrobledo (siendo lo más destacado una gran variedad de tinajas), las alfombras de Lezuza, las labores de esparto de Hellín, los textiles de Casas de Lázaro y El Bonillo, los cuévanos típicos de Jorquera y la producción de botas de vino, de reconocido prestigio.
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