"Tendré que recorrer la Diócesis y conocer a las personas y a la realidad a pie de obra"

02/04/2011 - 00:00 Beatriz Pariente

Un asturiano humilde, con una amplia y sólida trayectoria, dirigirá a partir del 2 de abril, tras su toma de posesión oficial, la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara. El nuevo obispo, monseñor Atilano Rodríguez, es un hombre humilde y trabajador que reconoce haber sentido cierto “vértigo” y también “alegría” al conocer su nuevo ministerio en Guadalajara. Como metas en el cargo se ha autoimpuesto tres propósitos para cada uno de sus días “rezar, conocer y escuchar”. Además, pondrá el acento en recorrer la provincia y en conocer su realidad y a sus gentes “a pie de obra”..
Confiéselo, ¿sintió alegría o cierto vértigo cuando recibió la noticia de que iba a ser obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara?
Al recibir la noticia de mi nombramiento como obispo de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara, he sentido alegría por la confianza depositada en mi humilde persona por parte del Santo Padre, así como por la convicción de que esta es la misión que ahora me pide el Señor y, por tanto, he de asumirla con la confianza de que Él, si soy fiel a sus promesas, me va a acompañar y guiar siempre en el ejercicio del ministerio. Al mismo tiempo he experimentado también un cierto vértigo pues es una Diócesis mucho más extensa y con más población que la Diócesis de Ciudad Rodrigo.
 
¿Qué echará de menos de la tierra en la que lleva ocho años ejerciendo de obispo?
 Fundamentalmente echaré de menos el contacto diario con las buenas gentes de esta diócesis, que en todo momento me han manifestado su cariño y que han sido para mí un testimonio constante de vivencia de la fe cristiana y de amor a sus semejantes. (...)
 
¿Ha tenido la oportunidad de conocer mínimamente Guadalajara?
Durante mis trece años de estancia en Zaragoza he cruzado la provincia en bastantes ocasiones, pero nunca me he parado en Guadalajara porque había que llegar siempre a Madrid para las correspondientes reuniones. Sí estuve en Sigüenza con motivo de la celebración de las bodas de oro sacerdotales de Don José.
 
 ¿Cree que existen similitudes entre la comunidad religiosa de Ciudad Rodrigo y la de Guadalajara? Aunque no conozco el territorio de la diócesis, por lo que he leído sobre la misma tengo la impresión de que la zona rural es muy parecida a la diócesis de Ciudad Rodrigo. En los dos casos se ha producido durante las últimas décadas una salida constante de la población rural buscando nuevos horizontes en las ciudades y, consecuentemente, esto ha provocado un envejecimiento progresivo de las buenas gentes del campo y una visión pesimista del futuro. Sin embargo la calidad humana y religiosa de estas gentes sigue siendo extraordinaria. La zona urbana me imagino que tendrá características especiales y, por tanto, será bastante distinta a Ciudad Rodrigo.
 
 ¿Cuáles cree que han sido sus principales logros a lo largo de su trayectoria? La misión del obispo, como la misión de todos los cristianos, consiste en evangelizar, en anunciar con la palabra y con el testimonio de las obras que Jesucristo es Buena Noticia para los hombres y mujeres de todos los tiempos. Teniendo en cuenta mis muchas limitaciones, he intentado ofrecer y celebrar esta presencia salvadora del Resucitado en el mundo de hoy, pero no resulta fácil calcular hasta qué punto esto habrá podido influir en el corazón de las personas y en su crecimiento espiritual. Prefiero que sea el Señor quien valore mis pocos méritos, pues en definitiva todo lo que somos y hacemos es fruto de su gracia y de su intervención constante en el mundo y en el corazón de cada persona.
 
 ¿Le han advertido ya de lo que se va a encontrar a partir del 2 de abril?
En principio solamente he recibido impresiones positivas. Tanto los sacerdotes, como los religiosos y cristianos laicos, que me han escrito o llamado para felicitarme con ocasión del reciente nombramiento como obispo de Sigüenza- Guadalajara me han ofrecido su acogida cordial y su voluntad de seguir impulsando con decisión la acción evangelizadora de la Iglesia diocesana. En este sentido tengo que decirle que no me preocupa demasiado el futuro. Quiero vivir el momento presente, pues es lo que ahora me concede el Señor. El futuro hemos de planificarlo con esperanza, pero teniendo siempre en cuenta que está en las manos de Dios y no sabemos si llegará.
 
¿Tiene previsto mantener algún encuentro con don José para que éste le guíe en su nuevo ministerio? He mantenido alguna conversación telefónica con don José durante estos últimos días para tratar asuntos puntuales de mi nombramiento y de la toma de posesión de la diócesis. Espero verle próximamente en la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal y así tendré oportunidad de conocer algunas de sus sabias reflexiones sobre la realidad de la diócesis. También tengo previsto encontrarme próximamente con algunos miembros del Colegio de Consultores, que me ofrecerán su visión de la realidad diocesana. A pesar de todas las informaciones, yo tendré que recorrer la diócesis y conocer las personas y la realidad a pie de obra.
 
Imagino que habrá reflexionado sobre su importante papel como párroco de párrocos en Guadalajara, ¿qué es lo primero que le gustaría hacer a partir de su nombramiento en la Diócesis?
 Como puede imaginarse no tengo un plan prefijado de trabajo y no sé tampoco cuáles serán los primeros pasos a dar después de mi llegada a la diócesis. En principio tendré que preparar las celebraciones de la Semana Santa y comenzar a conocer a los colaboradores más inmediatos. Luego tengo tres propósitos, que quisiera cumplir cada día: rezar, conocer y escuchar. Como nos recuerda el Evangelio, los cristianos no podemos hacer nada sin la ayuda del Señor. Por eso necesitamos conocerle y descubrir su voluntad mediante la escucha y meditación de su Palabra. Pero, por otra parte, tenemos que anunciar al Dios del amor a quienes quieran escucharnos y esto no podremos hacerlo bien sin conocer la realidad social y las personas concretas a las que somos enviados. (...)
 
¿Cambiaría algo para mejorar, por ejemplo, el hecho de que haya sólo tres seminaristas mayores estudiando en la actualidad en Guadalajara?
Sé de la gran preocupación de don José, de los sacerdotes, religiosos y de muchos cristianos laicos por las vocaciones sacerdotales y religiosas. Es un problema que en estos momentos afecta en mayor o menor medida a todos los países europeos. Teniendo en cuenta las dificultades del momento por la secularización y por la indiferencia religiosa de muchos, hemos de asumir que la vocación es un don de Dios y, por tanto, hemos de pedirlo confiadamente al Dueño de la mies. En segundo lugar hemos de tener en cuenta que el florecimiento de las vocaciones requiere unos padres que eduquen a sus hijos en la fe y una comunidad cristiana que acompañe las posibles vocaciones. Por ello tendremos que seguir impulsando la espiritualidad cristiana, cuidando la catequesis de niños y jóvenes y ofreciendo formación integral a los adultos. Para que la comunidad religiosa de Guadalajara pueda conocerle mejor, ahondaremos un poco en su vida personal.
 
 ¿Cuándo le surge la vocación religiosa a un joven hijo de una familia campesina asturiana?
A los once años ingresé en el Seminario de Covadonga con una cierta inclinación hacia el sacerdocio. Con el paso de los años, gracias a la formación humana, espiritual e intelectual recibida aquella primera semilla o germen vocacional ha ido madurando hasta tomar la decisión definitiva. En este proceso de discernimiento vocacional he contado siempre con el consejo, con las orientaciones y con el testimonio de extraordinarios formadores, que me han ayudado en los momentos de duda o de dificultad.
 
¿Qué le dijo su familia cuando le comunicó la noticia de su traslado a Guadalajara?
 Mi familia, como cualquier familia, quiere lo mejor para los suyos. En este momento concreto me han dicho que fuese fiel al encargo recibido, como lo había sido en otros momentos de la vida, y que no olvidase nunca que mi vocación era una vocación de servicio a Dios y a los hermanos. Como hacen cada día, me dijeron que ellos seguirían rezando por mí.
 
Entre todas sus obligaciones, incluida la de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar, ¿cómo consigue sacar tiempo para ayudar a su hermano a cosechar en su pueblo natal?
Mi madre tiene noventa y un años. Durante el año suelo ir a verla en distintas ocasiones, pues a los obispos también nos obliga el cuarto mandamiento de la ley de Dios. Aprovechando los meses de verano, suelo estar con ella y con mis hermanos durante dos semanas. Procuro que me coincida con el mes de la recolección de la hierba y así ayudo a mi hermano a recoger la cosecha, puesto que al ser una zona de alta montaña deben tener provisiones para alimentar el ganado durante los duros meses de invierno. Esto no me parece nada extraordinario, sino lo más normal. Si todos tenemos que ayudarnos, ¿cómo voy a estar en casa y no voy a colaborar con mi hermano o con otros vecinos, que necesitan ayuda?
 
¿Tiene alguna afición que recomendaría a sus lectores? Me resulta muy difícil hacer recomendaciones a los demás en lo referente a las aficiones. Creo que estas dependen mucho de las cualidades de cada uno y del ambiente en el que las personas crecen. A mi me gusta la pesca de la trucha, pero apenas tengo tiempo para poder practicar esta afición o arte.
 
 ¿El nuevo obispo de Sigüenza-Guadalajara tiene algún sueño personal que le gustaría llevar a cabo? Cada día le pido a Dios que los hombres aprendamos a vivir como hermanos y no como enemigos. (...). Es tremendamente doloroso que en un mundo, como el nuestro, con tantos bienes materiales y con tantos progresos tecnológicos, cada tres segundos un niño se esté muriendo por falta de alimento. Don José señaló a este diario que usted sabía montar a caballo. Si se lo proponen, como manda la tradición, ¿le importaría entrar en Sigüenza de esta manera? Aunque hace mucho tiempo que no monto a caballo, creo que no se me habrá olvidado lo que he aprendido de niño. Por lo tanto, si quienes organizan mi toma de posesión, consideran oportuno que yo entre a caballo en la diócesis, respetando la tradición, lo haré con mucho gusto.