¿Tendremos que comer como en la URSS?


Pensé que sería difícil estimar la cantidad de gente que ha abandonado el país, pero ha sido tan sencillo como abrir las páginas de alquileres o los grupos en las redes sociales destinados a tal efecto. Hace dos meses estuve buscando un nuevo apartamento para mudarme en Moscú y encontrar un apartamento decente, a un precio más o menos razonable, fue tarea casi imposible. Más que nada porque no había apartamentos en el centro para alquilar y los que había estaban todos prácticamente para renovar o costaban un riñón. Lo peor es que los rusos estaban tan subidos en la nube que directamente no alquilaban a extranjeros: “Si no eres eslava, no puedo enseñártelo”, “si no tienes pasaporte ruso, no puedo hacerte un contrato”, “¿pero qué pasaporte tienes? ¿español? Ah, no, los dueños no contemplan esa posibilidad”, eran las frases que escuchaba por teléfono sin parar, otros directamente al escuchar mi acento me colgaban. 

Después de semanas encontré un apartamento (sí, acabé firmando un contrato de 1 año el 23 de febrero a las 9 de la noche, ¡qué oportuna!) de unos 45 metros cuadrados en el centro por el que pago 58.000 rublos, que al cambio son unos 650 euros. Hoy, al mirar en Cian (la página de búsqueda de inmuebles por excelencia), puedo ver que hay cientos de anuncios nuevos o publicados en las últimas semanas donde veo que el precio ha bajado más de un 30 %. Por hacer la prueba, he llamado a varios y nadie me ha puesto una queja por mi pasaporte o porque no sea “eslava” (imagino que ya no es tan importante alquilar tu casa a alguien rubio con ojos azules). 

Si ya mencioné que muchas tiendas de empresas occidentales han cerrado sus tiendas, ahora empezamos a ver como las propias tiendas rusas tienen que cerrar ya que no les llega el stock y no pueden abastecerse. Con la imposición de sanciones a las importaciones y al transporte y teniendo en cuenta los cierres de algunas fronteras terrestres vemos que ya no solamente suben los precios (como la locura de 1 kg de berenjenas a 10 euros), sino que no llegan ni los ítems ni los alimentos. Por eso mismo, los supermercados están comenzando a limitar la compra de alimentos no perecederos como los cereales, la pasta o el arroz.

¿Tendremos que acostumbrarnos y empezar a comer la famosa “grechka” rusa? La grechka es el trigo sarraceno, un plato por lo general de acompañamiento que los rusos comen solo, sin especiar. Para mi gusto tiene un sabor a rancio, una textura extraña y una pinta nada apetecible.  

Cuando pregunto a mis amigos sobre cómo se sienten, todos responden igual: “Estoy perdido, no sé qué va a pasar”, todas son personas educadas, hablan varios idiomas, profesionales, y sienten que no tienen un futuro en su país y no saben qué hacer. Sin embargo, al preguntar a los mayores te responden: “Hemos pasado por guerras, hemos pasado por crisis, por sanciones, hemos pasado por la perestroika y esto es solamente otra cosa por la que pasar. El líder decidirá, veremos donde nos lleva y como siempre, sobreviviremos”. Supongo que es importante decidir dónde sigues la actualidad antes de formarte una opinión.