Toros de cartón piedra y sobre ruedas para mozos de metro y medio

17/09/2011 - 14:45 Jaime Valladolid

Tensión, emoción e incertidumbre. Todos estos sentimientos confluyen momentos antes de que la puerta de los toriles se abra. ‘¡A la Antigua pedimos, por se nuestra patrona, nos guíe en el encierro, dándonos su bendición!, cantan cientos de corredores ante la imagen de la patrona de Guadalajara. En chiqueros, seis bravos toros esperan ya que el tercer cohete explote en el cielo de la capital alcarreña.
Sí, como están pensando, es la imagen típica y habitual de un encierro tradicional, pero, en este caso, este acto taurino tiene algunas particularidades muy especiales. Los valientes corredores no miden más de 1,50 y lo único que se juegan es algún que otro topetazo, pero sin mayores consecuencias. En cuanto a los toros, van sobre ruedas y empujados por jóvenes que, con un estado de forma envidiable, suben y bajan infinidad de veces la calle Capitán Arenas.
El ya tradicional encierro infantil que se celebra desde años en las Ferias y Fiestas de la capital, volvió a reunir en la mañana de ayer a cientos de personas y no solo a niños. Algunos mayores disfrutaron de lo lindo presenciando las carreras de sus hijos y nietos. Incluso, muchos de ellos inmortalizaron el momento con sus cámaras fotográficas.
Sin duda alguna, para estos ‘locos bajitos’ es una sensación especial poder correr estos encierros. Así lo afirmaba alguna de las mamás que jaleaba a su pequeño desde la barrera. “Esta noche no ha pegado ojo pensando en el encierro. A las siete de la mañana ya estaba vestido para venir aquí”, se oía en el corrillo de madres y padres justo antes de que diese comienzo este peculiar acto taurino.
Pañuelo morado al cuello, zapatillas deportivas y camiseta y pantalones cortos era la indumentaria habitual de los pequeños que, fijándose en el estilo y en la forma de proceder de los corredores profesionales, calentaba y estiraban apoyados en la barrera justo antes del tercer cohete. Alguno, incluso, se tapaba sus oídos ante el gran estruendo que indicaba que los toros ya corrían por las calles de la capital.
El primero de ellos, que abría camino, era un morlaco ‘colorao’ de casi 600 kilos y con suspensión delantera. Le seguían cuatro toros negros zainos, todos ellos de la ganadería ‘Cartón piedra’, y astifinos. Cerraba la comitiva de reses bravas un toro ‘bragao’ que recordaba a la vaca de ese famoso anuncio de chocolate. Ya en la plaza de Santo Domingo comenzaron a verse muy buenas carreras. El susto de la mañana llegó justo en la curva de Capitán Arenas. Un ‘mozo’ tropezó justo delante de los morlacos, pero la rápida actuación de su padre, que salió al quite magníficamente, evitó lo que podría haber significado un tragedia. Afortunadamente, los toros entraron a los corrales de la plaza y no hubo que lamentar heridos.
Tras el encierro, era el turno de los gigantes y cabezudos. Estos pequeños son incansables.