Una casa postal con toque neo-mudéjar

30/07/2011 - 21:42 E. Jaraba

  El edificio que alberga el servicio postal se localiza en el número 5 de la calle Teniente Figueroa, aunque desde el verano de 2009 no se presta desde aquí el servicio de atención al público. Precisamente este enclave de la capital es quizá una de las calles con más monumentos cargados de historia. En esta arteria de la ciudad se encuentra una de las entradas al convento de la Piedad, concretamente la que da acceso a la iglesia; la iglesia de Santiago con elementos del gótico y del mudéjar y anteriormente convento de Santa Clara, el Hotel España y antes, el Hotel Palace en lo que hoy es la oficina principal de Ibercaja. También la calle Teniente Figueroa tenía en el antiguo Bar Soria un centro neurálgico ya que desde esta zona partían los autobuses de línea a los pueblos e incluso los martes, con motivo del día de mercado, agricultores y ganaderos convertían la esquina del Soria en una lonja al aire libre donde se hacía algún que otro negocio. De modo que Correos era un lugar de obligada visita y con movimiento de ciudadanos que hasta la casa postal acudían para enviar sus telegramas, cartas, certificados o paquetes. Las fachadas del edificio, con el ladrillo como elemento dominante, además de los dos clásicos leones localizados en una de las entradas, dan cuenta de que es un inmueble que forma parte de la historia y del patrimonio arquitectónico de Guadalajara y que muchos turistas observan cuidadosamente cuando visitan esta calle que es de obligado paso cuando se hace un recorrido por el casco antiguo de la capital. En otra época, a falta de Internet y de las cacareadas redes sociales, acudir hasta Correos para poner un telegrama, enviar una carta o un paquete, era una tarea habitual de los guadalajareños. Curiosamente, uno de los hombres más ilustres de la literatura española y más tarde vecino de la ciudad, Camilo José Cela también cumplió con esta rutina en junio de 1946, cuando se perdió por las tierras de Guadalajara tal y como recoge su universal Viaje a la Alcarria: El viajero deja su impedimenta en un café que hay al lado del lugar de salida de los autobuses de la estación, y va a telégrafos a poner un telegrama a su mujer. El Electrique Brillé que cuelga de unas cadenas doradas en el centro de la nave, marca las nueve y diez”. El edificio de Correos fue proyectado por los hermanos Sainz de los Terreros en 1917, con fachada a la calle Teniente Figueroa y a Gonzalo Herrán, además de contar con dos patios interiores, con oficinas en sótano, baja y principal y de viviendas en la planta segunda. En la obra de Miguel Ángel Baldellou Tradición y cambio en la arquitectura de Guadalajara (1850-1936), se explica que desde el punto de vista formal “la organización del edificio acusa un clasicismo ecléctico que lleva a sus autores a diferenciar los planos de las respectivas fachadas, relacionándolos entre sí, manteniendo, sin embargo una autonomía que viene dada por criterios jerárquicos”. En la fachada principal, frente al convento de la Piedad, la entrada al edificio es la que marca la disposición del resto del elementos con un cuerpo central que marca el eje de esta fachada “la entrada ocupa el centro, que se acentúa, además, por una sucesión de elementos singulares rematados en torreón (funcionalmente, torre de comunicación), que acentúa el eje de esta fachada (los propios faldones de cubierta subrayan esta centralidad), detalla Baldellou en este catálogo de la arquitectura de la ciudad entre finales del XIX y el inicio de la Guerra Civil. En cuanto a la textura, Baldellou apunta que “predomina como fondo el apoyo de ladrillo sobre el que se destacan todos los elementos ornamentales que enmarcan los huecos con diversas soluciones en las que predomina el léxico clasicista. Pero para este experto la originalidad de este edificio radica en el tratamiento de su última planta, también en ladrillo, “en especial el trabajo de la fábrica de los huecos ciegos entre ventanas”. Al tiempo que señala que estos elementos decorativos aparecen en “los laterales del torreón y de forma reducida en su piso superior”. La casa postal de la capital alcarreña, según la obra de Miguel Baldellou “se puede considerar como un pequeño repertorio en el que aparecen ménsulas, estipites, volutas, frontones, jarrones, balaustres de diverso género de corte manierista acumulativo que no contradictorio”. Así mismo añade que estos elementos no reflejan ninguna originalidad respecto la arquitectura que se practicaba en aquellos momentos “todo pertenece al catálogo del momento, entre regionalista, neo-mudéjar y renacentista, sin que podamos observar ningún aliento personal que supere lo aceptado por la mayoría”. Sin embargo, asegura que se trata de “un edificio de valor indudable”.