Una exposición muestra cómo eran las escuelas hace setenta años

01/05/2011 - 07:06 O. Escarpa

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Pedro Vacas ha aportado la mayoría de las piezas que allí se exponen  
Una de las actividades que mejor acogida ha tenido durante estos días ha sido la exposición Setenta Años de Escuela, la cual se ha podido llevar a cabo gracias a la organización del Ayuntamiento y a la aportación de los fondos del Museo Pedagógico de Pedro Vacas. Desde su inauguración, en la que estuvo presente el propio poeta de la Sierra, muchos han sido los que la han visitado, pudiendo recordar de nuevo cómo fue su infancia escolar y también otros, los más pequeños y jóvenes, los que han podido conocer “in situ” cómo era la escuela de sus abuelos. Allí muchos se han fotografiado en la mesa del maestro o en los antiguos pupitres de madera, han ojeado libros de aritmética, lengua, dictado, religión, etc., contemplar los mapas con las antiguas delimitaciones administrativas o han podido tocar las figuras geométricas o incluso las distintas varas con las que castigaban a los malos alumnos. La exposición, instalada en la planta superior de las antiguas escuelas del pueblo, permanecerá también abierta durante este fin de semana, coincidiendo con las fiestas de San Marcos y de los Mayos.
 
Fiestas tradicionales
En cuanto a la festividad de San Marcos, patrón de la Asociación Cultural Carravilla, se celebrará este sábado con una comida de confraternidad entre todos los miembros que acudan. Por la tarde tendrá lugar la junta anual ordinaria de socios para exponer los distintos puntos que la junta directiva haya acordado.
?Y ese mismo día, cuando las agujas del reloj marquen la doce en punto de la noche y con ellas se inicie el mes de mayo, comenzarán a sonar los mayos que se cantarán a la virgen, primeramente en la ermita de la Soledad y después en la ermita de la Concepción. Un chocolate con bizcochos en la plaza Mayor animará el ambiente en espera de que durante la madrugada los mozos del pueblo un año más decidan bajar a la vega a por un chopo para levantar el mayo en el lugar de costumbre, para orgullo de una tradición recuperada hace más de dos décadas.