
Una joven guadalajareña, entre los últimos españoles que han podido llegar desde Italia en avión
María Aranda, estudiante de Derecho en la UAH, llegó el martes desde Bolonia, donde estaba cursando su Erasmus.
Bolonia-Madrid. Y Madrid-Bolonia. Porque María Aranda, joven guadalajareña que estudia Derecho en la Universidad de Alcalá, quiere volver a la ciudad italiana para terminar su último curso de carrera.
El martes, apenas unas horas antes de que España prohibiese la llegada de vuelos desde el país transalpino por la crisis del coronavirus, María Aranda cogió un vuelo en la cuna universitaria de Europa para reunirse con su familia.
Lo hizo en compañía de otra compañera de universidad y en un vuelo en el que apenas estaban ocupados 30 del más de centenar de asientos disponibles. Con la “tranquilidad” de estar en casa, reconoce que ha tenido mucha suerte, dado que este vuelo lo reservó el 25 de febrero, justo cuando estalló por los aires el número de casos en el norte de Italia.
"En esos días yo estaba con unos amigos en Viena y desde allí llegamos a Venecia para los carnavales. Nos sorprendió que nos tomasen la temperatura, y más aún que en Venecia no hubiera prácticamente nadie por las calles”, señala.
Cuando fueron conscientes de lo que estaba sucediendo, el grupo de estudiantes decidió volver a Bolonia, donde tienen su residencia temporal. La suspensión de las clases y la fiebre en los supermercados fue de seguido.
“Entonces empecé a plantearme si volvía a Guadalajara. Hablé con mis padres y pensamos que si estaba contagiada, lo único que iba a hacer era llevar el virus a España, y si no estaba, podía contagiarme en el aeropuerto”.
Decidió, por tanto, esperar. Eso sí, sus padres, que tenían previsto visitar a María en la segunda semana de marzo, suspendieron el viaje, a cambio de que la joven viniera a Guadalajara. “El 25 de febrero compré el billete para el 10 de marzo, y menos mal, porque estuvo pensando en cambiarlo para el día 11, lo que habría significado que no habría podido volar”.
Los días discurrieron lentamente hasta que esta semana, el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, anunció que todo el país pasaba a ser zona roja y se prohibían los traslados no autorizados. Luego vendría el anuncio del Gobierno español de suspender los vuelos desde Italia. María Aranda llegó con su amiga al aeropuerto, preocupada por si algún problema de última hora le impedía volar.
“En las colas de embarque toda la gente se separaba un metro y medio. Eso lo han llevado a rajatabla. Había mucho control, militares por todo el aeropuerto”. Por eso le sorprende que a su llegada a Madrid no haya tenido que pasar ningún control de temperatura.
De cualquier forma, su responsabilidad personal le lleva a ponerse en cuarentena. “Llevo casi un mes en Bolonia y no he dado ningún síntoma, tampoco ninguna persona que conozca, por eso he echado cuentas y estaré una semana en casa”. Su mayor preocupación es, de hecho, poner en peligro a los demás.
Lo que tiene claro es que quiere volver. El viaje lo ha hecho con una maleta pequeña y todas sus cosas están en la casa que comparte con otros seis españoles. “Todos nos hemos ido. He hablado con la casera y le dije que no sabía cómo ni cuándo, pero que teníamos que volver”. Y es que María no puede terminar sus asignaturas en Alcalá, dado que las que le quedan se impartieron en el primer cuatrimestre.
Lo que lamenta es que aquí en España hayan tardado tanto en tomar medidas. “Viendo lo que ha pasado en Italia, se debería actuar con antelación. Allí cancelaron inmediatamente todas las actividades de ocio, además del cierre de bares y discotecas. Sin embargo, aquí no tiene sentido que se tomen medidas en los trabajos y luego se vayan a bar”. De cualquier forma, María recomienda tranquilidad. “No va a haber desabastecimiento en los supermercados, en Italia también pasó al principio y luego todo volvió a la normalidad. Deberíamos salir con mascarillas y tomar las medidas higiénicas que recomiendan los médicos”.