Una jubilación aplazada para convertirse en héroe de primera línea

15/09/2020 - 14:09 Diana Pizarro

La gallega Rosi Quinteiro decidió aplazar su jubilación y el cierre de su tienda en Azuquecar para poder ayudar a sus vecinos durante el confinamiento. 

Durante estos meses, todos hemos repetido hasta la saciedad las palabras héroes o primera línea. Pero es que no había otra. Porque aunque a muchos no les guste la comparación, lo que hemos vivido –y al parecer vamos a volver a vivir– es una guerra, no con tanques o bombas, pero sí con heridos y caídos. Y como en cada guerra, hay quien deja que el miedo se apodere de él, y quien está dispuesto a jugarse su vida con tal de servir a los demás. En este segundo grupo se encuentran Rosa María Quinteiro y José Luis Martínez, un matrimonio residente en Azuqueca que regentaba un supermercado en el barrio de Asfain. Allí llegaron hace ahora 36 años, procedentes de Suiza, donde emigraron para buscar un futuro mejor. Allí se conocieron y allí se enamoraron, se casaron y tuvieron a sus dos hijos. “Cuando los niños ya tenían edad de ir al colegio, decidimos regresar. Era el momento, porque de lo contrario ya echarían raíces ahí y sería prácticamente imposible volver”, cuenta Rosi, como la conocen en el barrio. Y es que esta gallega que aun conserva algo de acento es muy querida en la zona. Y más después del sacrificio de estos últimos meses. Porque era en mayo cuando le tocaba iniciar la jubilación al cumplir los 65 años después de décadas de “duro” trabajo. Pero no pudo hacerlo. No quiso.

“Al comenzar a golpear la pandemia, no podía cerrar la tienda y dejar abandonadas a todas las personas mayores que viven en el barrio. No podía dejarlos colgados”. Entonces decidió aplazar la jubilación para el 31 de agosto, confiando en que la situación epidemiológica mejoraría. “Pero ahora veo cómo están las cosas y que esto va a peor”, lamenta Rosi Quinteiro, que recuerda los días tan duros que vivieron en la tienda desde marzo. “Como la empleada que teníamos estaba de baja, mi marido, ya prejubilado, me ayudaba a repartir la compra a la gente mayor que tenía miedo de salir de casa”. Eran días de muchas colas fuera de la tienda, “incluso venían vecinos de otros barrios”. Todo ello les llevó al “agotamiento”. 

 Gama Rosi Supermercados abrió sus puertas el 13 de agosto de 1984, una vez que la familia Martínez-Quinteiro llegó desde Suiza. El marido, de Valfermoso; Rosi, gallega de nacimiento. En Suiza habían recalado, ella con 14 años y acompañada de sus padres. Él “un poco mayor” para buscarse la vida. José Luis Martínez era fresador de profesión y tenía un trabajo “muy bueno”, mientras que Rosi Quinteiro estaba ocupada a media jornada en una oficina “enorme”. Pese a que la vida allí les sonreía, el matrimonio decidió regresar, aunque de forma escalada. La primera en volver fue la mujer con los niños. Se compraron una casa en Azuqueca y justo enfrente adquirieron el local para la tienda. “Nos pareció un pueblo interesante en el que los niños podían vivir tranquilos”. Mientras, el marido se quedó en Suiza trabajando de forma temporal, para poder ganar algo más de dinero antes de asentarse definitivamente en España. “A los dos años le dije que o venía él, o nos volvíamos nosotros a Suiza”. Y José Luis regresó a la Guadalajara de los años 80, donde no tuvo nunca problemas para desempeñar su profesión. 

La vuelta, no obstante, no fue siempre fácil. “El contraste era abismal, en todos los sentidos”, recuerda Rosi. Se llegó a sentir extranjera en su propia tierra, donde incluso había productos cuyos nombres no conocía. “A veces venían a la tienda y me pedían algo que yo no sabía lo que era, pero luego enseguida me lo señalaban y listo”. Porque no hay que olvidar que Quinteiro prácticamente se crió en Suiza. 

La tienda fue cada vez mejor y cada vez exigía más trabajo, por lo que tuvo que recurrir a contratar empleados. En esos 36 años detrás del mostrador han sido muchas las historias que ha vivido con los azudenses. “Es muy bonito ver a gente que entonces tenía 40 años y ahora tienen 80; o niños que ya son padres. He visto muchas generaciones”. Y como con todo en la vida, Rosi siempre se queda con lo positivo. “Mi carácter sólo me deja ver las cosas buenas. No soy una persona a la que le guste mirar hacia atrás. Así que había cosas fabulosas en Suiza y otras cosas fabulosas aquí. Yo siempre sumo las dos partes”. 

Además, en los últimos años, esta familia ha regresado a Suiza de visita y la diferencia ya no es tan abismal. “Ambos mundos se han acercado. Aquello como que se ha europeizado, pues antes eran muy suyos, de su cultura y de su manera de pensar, pero ahora ves a la gente tomándose algo en la calle porque ya no cierran todo a las cuatro de la tarde”. En general, achaca este cambio a los viajes de los jóvenes, “que han conocido otros lugares y se han ido adaptando a ellos”. 

Ahora, Gama Rosi Supermercados ha cerrado sus puertas, pero deja detrás de sí una historia de emigrantes, superación y regreso a la tierra, además de muchos clientes y amigos orgullosos de su esfuerzo.