Una pizzería que siempre incluye en su menú una pequeña pizca de cultura
01/10/2010 - 09:45
La pizzería Pizca, negocio familiar de Julio y Paquita, ha albergado durante los dos últimos meses de junio y julio una muestra de fotografías de flores tomadas por María Teresa Martínez Alcaraz.
Sus dueños siempre han estado muy vinculados al mundo del arte, por lo que siempre han ofrecido, además de las consabidas pizzas, las paredes de su negocio como plataforma para las creaciones de numerosos artistas, quienes mes a mes, van dando a conocer distintas muestras de pintura, escultura e incluso cerámica.
Como ya llevan haciendo durante más de 20 años, Julio y Paquita compatibilizan su afición al arte y la tarea de dirigir un negocio como es su famosa pizzería Pizca, situada en la calle Cardenal González de Mendoza, que inauguraron en el año 1988. Los dueños cuentan que, al abrir el restaurante, pensaron que sería interesante promover todo tipo de cultura, ya sea pictórica, fotográfica o manual.
Es uno de esos lugares en los que parece que no pasa el tiempo, donde uno vuelve al cabo de unos años y se encuentra con que nada ha cambiado. Su esencia sigue intacta.
Como cada mes, ofrecen voluntariamente y de forma gratuita las paredes de su restaurante para aquellos artistas que necesiten de un espacio donde dar a conocer sus obras, con una temática libre, siempre que sea adecuada al entorno, advierte Julio. Durante los meses de junio y julio ha permanecido expuesta una colección de fotografías de María Teresa Martínez Alcaraz sobre flores. Las rosas han sido las principales protagonistas, captadas al detalle con su objetivo. La enorme variedad colorista de amarillos, rosas y rojos destaca al observar todos los cuadros, que decoran la pequeña sala del restaurante y que posiblemente fueron realizados en alguno de los numerosos viajes de Teresa, ya que es una persona muy viajera, comenta el propietario.
Por su pizzería han pasado personajes de renombre tales como los pintores Rafael Pedrós o Claudio Calvo, la conocida artista Irene Burgos o incluso amigos de los dueños, como Miguel Castán, entre otros. Para muchos de ellos, el haber podido disfrutar de esta oportunidad les ha abierto puertas de camino al éxito.
A lo largo de todos estos años infinidad de materiales han cubierto las paredes interiores de Pizca, ya que se han mostrado al público exposiciones de todo tipo. Algunas muestras de lo más curioso fueron una de esculturas de pizzas, que tuvo lugar en noviembre de 2007, de Mario y Alejandra; otra de tallas de madera en miniatura y otra de árboles fabricados con alambre, explica Julio. Cerámica, espejos, mimbre, manualidades, tapices, estaños, todos ellos han servido como soporte para dar a conocer las obras de varios artistas, la mayoría son aficionados, si vienen conocidos, mejor, pero queremos que venga gente con iniciativa, señala el dueño.
Herencia familiar
El suyo es un negocio familiar en todos los sentidos, puesto que además de regentar la pizzería, Paquita, quien se considera tan solo una aficionada al arte, también lleva la pintura en las venas e incluso ha llegado a exponer un par de veces en Pizca, al igual que su hija Alejandra, quien mostrará fotografías suyas por primera vez en octubre. Julio lleva la cuenta de todas y cada una de las muestras que se han hecho en la pizzería, siempre a gusto del artista, quien expone es el que dispone, sonríe el dueño. La mayoría proceden de Guadalajara y son ellos quienes solicitan disponer de las paredes de la pizzería por algún tiempo, a veces el que expone repite mes, si falla el siguiente, explica Julio.
Las exposiciones de Pizca siempre figuran en las agendas de los periódicos guadalajareños, puesto que los propios dueños son quienes se encargan de avisar a los medios de comunicación cuando se va a inaugurar una nueva exposición.
Cientos de instantáneas tomadas por Julio y guardadas en álbumes caseros dan testimonio de las presentaciones y de lo que todo esto significa. Nada más abrir el primero de ellos, una dedicatoria de lo más significativa salta a la vista, nuestra pequeña aportación a la cultura con un espacio para exposiciones.
Como ya llevan haciendo durante más de 20 años, Julio y Paquita compatibilizan su afición al arte y la tarea de dirigir un negocio como es su famosa pizzería Pizca, situada en la calle Cardenal González de Mendoza, que inauguraron en el año 1988. Los dueños cuentan que, al abrir el restaurante, pensaron que sería interesante promover todo tipo de cultura, ya sea pictórica, fotográfica o manual.
Es uno de esos lugares en los que parece que no pasa el tiempo, donde uno vuelve al cabo de unos años y se encuentra con que nada ha cambiado. Su esencia sigue intacta.
Como cada mes, ofrecen voluntariamente y de forma gratuita las paredes de su restaurante para aquellos artistas que necesiten de un espacio donde dar a conocer sus obras, con una temática libre, siempre que sea adecuada al entorno, advierte Julio. Durante los meses de junio y julio ha permanecido expuesta una colección de fotografías de María Teresa Martínez Alcaraz sobre flores. Las rosas han sido las principales protagonistas, captadas al detalle con su objetivo. La enorme variedad colorista de amarillos, rosas y rojos destaca al observar todos los cuadros, que decoran la pequeña sala del restaurante y que posiblemente fueron realizados en alguno de los numerosos viajes de Teresa, ya que es una persona muy viajera, comenta el propietario.
Por su pizzería han pasado personajes de renombre tales como los pintores Rafael Pedrós o Claudio Calvo, la conocida artista Irene Burgos o incluso amigos de los dueños, como Miguel Castán, entre otros. Para muchos de ellos, el haber podido disfrutar de esta oportunidad les ha abierto puertas de camino al éxito.
A lo largo de todos estos años infinidad de materiales han cubierto las paredes interiores de Pizca, ya que se han mostrado al público exposiciones de todo tipo. Algunas muestras de lo más curioso fueron una de esculturas de pizzas, que tuvo lugar en noviembre de 2007, de Mario y Alejandra; otra de tallas de madera en miniatura y otra de árboles fabricados con alambre, explica Julio. Cerámica, espejos, mimbre, manualidades, tapices, estaños, todos ellos han servido como soporte para dar a conocer las obras de varios artistas, la mayoría son aficionados, si vienen conocidos, mejor, pero queremos que venga gente con iniciativa, señala el dueño.
Herencia familiar
El suyo es un negocio familiar en todos los sentidos, puesto que además de regentar la pizzería, Paquita, quien se considera tan solo una aficionada al arte, también lleva la pintura en las venas e incluso ha llegado a exponer un par de veces en Pizca, al igual que su hija Alejandra, quien mostrará fotografías suyas por primera vez en octubre. Julio lleva la cuenta de todas y cada una de las muestras que se han hecho en la pizzería, siempre a gusto del artista, quien expone es el que dispone, sonríe el dueño. La mayoría proceden de Guadalajara y son ellos quienes solicitan disponer de las paredes de la pizzería por algún tiempo, a veces el que expone repite mes, si falla el siguiente, explica Julio.
Las exposiciones de Pizca siempre figuran en las agendas de los periódicos guadalajareños, puesto que los propios dueños son quienes se encargan de avisar a los medios de comunicación cuando se va a inaugurar una nueva exposición.
Cientos de instantáneas tomadas por Julio y guardadas en álbumes caseros dan testimonio de las presentaciones y de lo que todo esto significa. Nada más abrir el primero de ellos, una dedicatoria de lo más significativa salta a la vista, nuestra pequeña aportación a la cultura con un espacio para exposiciones.