Una veintena de nacionalidades celebran en San Juan de Ávila el Día de las Migraciones

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por: VIRGINIA BODEGA
La Semana de las Migraciones que durante los últimos días se ha desarrollado en la capital a través de distintos actos finalizó ayer con una fiesta religiosa y multicultural que tuvo lugar en la parroquia de San Juan de Ávila y en la que participaron 20 nacionalidades distintas.
La parroquia de San Juan de Ávila de la capital acogió en la jornada de ayer la celebración que puso fin a la Semana de las Migraciones organizada un año más por la Delegación Diocesana de Migraciones y entidades sociales eclesiásticas como Accem, Cáritas y Guada-Acoge. Una misa ecuménica y muy colorista, seguida de una fiesta intercultural y gastronómica en las que participaron una veintena de nacionalidades distintas, fueron los actos desarrollados en la jornada de ayer, Día Mundial del Inmigrante y el Refugiado.
José Sánchez, el todavía obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara –a pesar de su reciente jubilación–, fue el encargado de oficiar una misa ecuménica y universal, como él mismo explicó, llena de colorido, cantos de integración de las diversas naciones bajo un mismo Dios, y totalmente a rebosar. Más de 300 personas –no había ni un asiento vacío– siguieron la ceremonia, entre ellos, muchos marroquíes, senegaleses, rumanos, colombianos, ecuatorianos, peruanos, venezolanos, filipinos e incluso chinos, además de los españoles. Niños ataviados con trajes regionales, una gran pantalla para poder seguir los cantos al pie de su letra, un grupo de música para acompañarlos y un espíritu de interculturalidad absoluta protagonizaron la ceremonia, en la que tuvo un lugar especial Haití tras la tragedia sufrida por el país centroamericano, en la que la Iglesia está desplegando toda su estructura solidaria para ayudar a los damnificados, a pesar de haber sufrido en propias carnes la “pesadilla”, como la denominó Sánchez, con la muerte de unos 100 seminaristas y muchos otros religiosos.

Mensaje de esperanza
También por este recuerdo que se brindó a Haití, el mensaje de esperanza estuvo en todo momento en las palabras de Sánchez y en el ambiente, de forma que sea éste el que guíe los pasos de los inmigrantes que cada día parten de sus países en busca de una vida mejor. Se trata de uno de los objetivos de la Semana de las Migraciones que concluyó ayer, sembrar la esperanza y también la tolerancia, de manera que integrar hoy a los que llegan de lejos y son diferentes a nosotros, suponga que en el futuro formen parte de esta nueva sociedad creada sobre la solidez de la integración. De esta idea surge el lema de la semana temática este año: Hoy acogemos, mañana compartimos.
La fiesta religiosa dio paso a las celebraciones puramente interculturales, en las que las distintas nacionalidades que tomaron parte mostraron algunas de sus danzas típicas. Entre los bailes que pudieron verse destacaron los de Senegal, Perú y Venezuela, que se entremezclaron con algunos autóctonos, concretamente de Yunquera, “pero siempre buscando la interculturalidad”, como explicaba a su término Braulio Carlés, vicario de la Pastoral Social de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara. Una degustación gastronómica y multicultural en hermandad dio por concluido el Día de las Migraciones.

'No solo traen necesidades'

El obispo, José Sánchez, fue el encargado de oficiar ayer la misa del Día Mundial de las Migraciones, jornada que puso fin, en la capital, a la Semana de las Migraciones organizada un año más por distintas entidades sociales eclesiásticas, entre ellas Cáritas, Accem y la Delegación Diocesana de Migraciones. Sánchez, quien destacó la variedad cultural y el colorido que ayer se reunió en la parroquia de San Juan de Ávila –donde se celebró la ceremonia–, dijo en este sentido que esa misa ecuménica, universal, “refleja lo que es hoy la sociedad, en la que ya no estamos solos”. En esta universalidad en la que la misa de ayer estaba empapada, el obispo no pudo iniciar su sermón sin acordarse del pueblo haitiano, sacudido por la tragedia del terremoto, “una pesadilla que no podemos quitarnos de nuestra mente ni de nuestro corazón” y que “no tiene una fácil respuesta”, sino que ésta hay que encontrarla en cada uno de nosotros en forma de mensaje de esperanza. Un mensaje de esperanza que quiso trasladar a todas las personas que se marchan de sus países en busca de una vida mejor, a todos los inmigrantes, cuya realidad es, en muchos casos, la de encontrarse sin papeles en una tierra que no es la suya donde “son penados como si fueran delincuentes”, dijo Sánchez. En este punto, el obispo explicó que estas personas deben poner a disposición de la sociedad aquello que saben hacer, porque “los inmigrantes no sólo traen necesidades sino también su trabajo, su variedad cultural, sus dones,...”. De esta idea surge el lema de la Semana de las Migraciones de este año, ‘Hoy acogemos, mañana compartimos’, que pone el acento en la integración y la ayuda de los menores inmigrantes, de manera que en el futuro sean ciudadanos que compartan el trabajo y la vida en sociedad. La integración se contrapone en este sentido a la xenofobia, al racismo, a la intolerancia, que darían lugar mañana a una “sociedad rota”, como señaló el obispo. Por ello, dijo Sánchez, hay que pensar “en el bien común y no en los intereses particulares”, bien común que hay que cultivar siempre y no sólo en el Día Mundial de las Migraciones, y que además se debe cultivar desde la propia Iglesia, “que debe ser germen y fermento de una nueva sociedad”, terminó
el obispo.