Unidos saldremos más fuertes


Nadie puede salvarse solo. Todos dependemos de todos.

España se ha visto envuelta durante los dos últimos meses en la peor pandemia que ha sufrido el mundo en el último siglo, causada por el Covid-19. Al igual que el resto de países de nuestro entorno, en los que la movilidad internacional es especialmente elevada, hemos sufrido esta crisis sanitaria de manera más virulenta. En respuesta a esta situación, desde el pasado 14 de marzo nos encontramos en estado de alarma, una medida excepcional que ha permitido salvar vidas gracias a la ejemplar disciplina social que ha demostrado la sociedad española, cuya responsabilidad ha permitido cortar la propagación del virus. 

Indudablemente, ha sido un mérito del conjunto de la ciudadanía, que ha dado un ejemplo de civismo, pero sin duda merece una mención especial el esfuerzo de los profesionales sanitarios, que han arriesgado su salud para salvar vidas y nos han mostrado la necesidad de disponer de unos servicios públicos fuertes. Porque los sanitarios han estado esta vez en la primera línea, pero también hemos visto como daban lo mejor de sí mismos otros empleados públicos, de manera muy singular las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y el Ejército. 

A pesar de ello, hemos sufrido la pérdida de miles de compatriotas –más de 250 en nuestra provincia. Un motivo de dolor para sus familiares y allegados, a los que quiero expresar mi profundo sentir. España está de luto oficial por ellos estos días y pronto recibirán un merecido homenaje.

Mediante el confinamiento hemos conseguido cortar en seco propagación, pero esta situación no puede durar siempre. Nos enfrentamos ahora a la desescalada, un proceso con incertidumbres, en el que avanzamos guiados por el consejo de los expertos y por la prudencia y la coordinación entre administraciones, con un objetivo que sigue siendo el mismo: salvar vidas.

El virus sigue ahí y debemos estar preparados para reaccionar. Nos encontramos en la parte más difícil y peligrosa del camino. Ya no basta con quedarnos en casa. Ahora, la clave es la responsabilidad individual: las decisiones que tomemos cada uno de nosotros al empezar a recuperar la movilidad y las actividades cotidianas. 

Las conductas irresponsables no solo perjudican a quienes las protagonizan, sino que dañan también a los demás. Sin embargo, también es cierto que podemos salvar vidas y facilitar la recuperación económica de nuestro país si hacemos lo correcto. Esta es la mejor demostración de patriotismo que podemos hacer ahora.

Ante la inexistencia de una vacuna o un remedio eficaz para afrontar la crisis sanitaria, ha sido necesario confinarnos en nuestras casas para cortar la cadena de contagios, pero esta medida sin precedentes ha paralizado la actividad económica y ha desencadenado una crisis económica y social, que es también de alcance mundial. Debemos prepararnos para afrontar las consecuencias económicas y sociales y, para ello, el Gobierno de España ha emprendido una batería de acciones que suponen la mayor movilización de recursos de la historia. Para amortiguar el impacto sobre el empleo y la actividad, ha sido necesario poner en marcha un escudo social para que esta vez nadie se quede atrás. 

Medidas como los ERTE han permitido salvar miles de empleos. Se han habilitado prestaciones extraordinarias para autónomos y se ha decretado la paralización de desahucios y moratorias de hipotecas y alquileres, pero también en el pago de impuestos. Además de aprobar el Ingreso Mínimo Vital garantizado para todos los hogares.

Ahora, ha llegado el momento de poner el esfuerzo en la reconstrucción del país, y también debemos actuar todos a una. La unidad ha salvado vidas y también puede salvar empresas y empleos. En este compromiso de solidaridad también debe estar presente Europa, porque esta es una crisis mundial, que está afectando de manera singular a los países más avanzados. 

Nadie puede salvarse solo. Todos dependemos de todos. Hasta ahora, unidos hemos logrado tener motivos para la esperanza y solo unidos lograremos salir más fuertes.