Vecinos y peñistas despiden las fiestas con una sonora traca

Todo lo que empieza acaba. Ayer las Ferias y Fiestas de Guadalajara de 2010 escribieron su último capítulo con la tradicional despedida y traca de final de fiesta.

Con los primeros despuntes de la noche, los guadalajareños comenzaron a abarrotar la plaza de los Caídos. Más tarde lo harían los peñistas, quien al son de la música de las charangas empezarían a ocupar su lugar en la plaza, entretejiendo con sus vestimentas una alfombra multicolor. Aunque la energía no faltaba, los peñistas se mostraron mucho más calmados que siete días antes, haciendo evidente el cansancio del que lleva una semana embarcado en una espiral de diversión.

Con la presencia de todas las peñas, el balcón del Palacio del Infantado concentró todas las miradas hasta que, en torno las 21.30 horas, apareció en el privilegiado mirador del edificio palaciego Raúl Vacas, presidente de la peña El Caracol, flanqueado por el alcalde de la ciudad, Antonio Román, y el concejal de Festejos, Jaime Carnicero. Tan sólo el primero de ellos ofrecería un breve discurso al tumulto, al que animó con un sonoro "vivan las peñas de Guadalajara". En un mensaje más generalista, Vacas incitó a los alcarreños y alcarreñas a verse correspondido con las exaltaciones "viva la Virgen de la Antigua, vivan las Fiestas y viva el alcalde". Finalmente, emplazó a todos los presentes a las Fiestas del próximo año.

Tras estas breves palabras, la plaza de los Caídos se quedó por unos instantes a oscuras para ser testigo de la tradicional traca de fin de fiestas. La expectación de los presentes se vio colmada con un gran espectáculo pirotécnico que se inició en la plaza Mayor y continuó de manera lineal a lo largo de Miguel Fluiters hasta llegar a la plaza de los Caídos, donde se prendería una fuente de fuego que envolvería a los peñistas.

Con los últimos coletazos de esta traca, y un intenso olor a la pólvora, se consumieron los últimos instantes de unas Ferias y Fiestas marcadas por la consolidación de las buenas relaciones entre las peñas y el Ayuntamiento de Guadalajara, tal y como se ha podido constatar a lo largo de estos últimos días. Atrás quedan para el recuerdo siete frenéticas jornadas marcadas por la diversión desde que el chupinazo diera el pistoletazo de salida a la Semana Grande. Después de tanta actividad, más de uno no tendrá el cuerpo para muchos trotes, pero ya se sabe que sarna, con gusto no pica. Ahora toca descansar y recuperarse para el próximo año. Antes de ponerse a ello, no obstante, hubo aún tiempo para disfrutar de un nuevo espectáculo pirotécnico, un castillo de fuegos artificiales que llenó de luz y color el cielo alcarreño, y que pudo se admirado por miles de guadalajareños desde los más distintos puntos de la ciudad. Con ellos Guadalajara decía adiós a sus Fiestas.