Verano en el pueblo

23/08/2025 - 19:38 Pedro Villaverde Martínez

Estamos pasando el mes de agosto en Sigüenza, la bella ciudad de los múltiples encantos para ser visitada y pasar en ella un tiempo. Tiene Historia en cada piedra, plaza, travesaña, arco, iglesia, conventos… y son muchos los escritores, periodistas o historiadores los que han dado fe de ello, en documentos, libros o legajos. No vamos a repetir lo ya dicho o escrito, pero sin menospreciar a otras muchas ciudades y pueblos, podemos afirmar que la conocida como ciudad del Doncel, por esta escultura funeraria que reposa en su magnífica catedral, ciudad mitrada, por ser durante siglos sede del Obispado, o universitaria, en otros momentos históricos, atesora paisajes, monumentos, el extraordinario parque de la Alameda que fuera hasta lugar de reunión del consejo de ministros en tiempos del conde de Romanones, el recientemente restaurado Parador Nacional, construido sobre las ruinas del castillo, y otras muchas bondades que la colocan en un puesto privilegiado, tanto, que será declarada un día Patrimonio de la Humanidad. No somos seguntinos de nacimiento, pero sí de adopción si más de cincuenta años veraneando merece tal consideración, y por supuesto, de corazón, y en todo caso unos enamorados de este lugar en el que la gastronomía también tiene mucho de lo que presumir.  
    Cuando esto escribimos nos acordamos de las bellezas naturales de nuestro pueblo, Huertapelayo. Está enclavado en pleno Alto Tajo, entre montaña, senderos y el río más largo de nuestra geografía y tiene también alguna bondad artística. Sus paisajes embelesan a los ojos y su Iglesia exhibe un retablo que merece ser contemplado. Siendo lugares muy diferentes dentro de una misma provincia, ambos enamoran después de una visita. El espacio nos impide extendernos en sus respectivas virtudes pero acabamos recordando un dicho que siempre hemos oído: “Quien ha estado en Huertapelayo y Madrid, conoce lo mejor y lo peor”, que cada cual interprete que se quiso expresar.