Visto para sentencia el juicio por la muerte de Montoya en 2009

04/04/2014 - 16:00 D. Pizarro

Tras cuatro intensas sesiones del juicio oral celebrado en la Audiencia Provincial, este viernes quedó visto para sentencia, con lo que en breve se conocerá si los cuatro procesados por la muerte de Antonio Montoya son considerados culpables o si, por el contrario, quedan absueltos, tal y como pidió la defensa de cada uno de ellos. En la última jornada, antes de que cada una de las partes presentase sus conclusiones, hubo que escuchar el testimonio de un testigo que no pudo asistir en las sesiones previas. Se trataba, en concreto, del jefe de operaciones de la UCO (Unidad Central Operativa) que dirigió parte de la investigación. Éste explicó que el procedimiento habitual para sucesos de este tipo suelen contemplar varias hipótesis. Es decir, se investiga al entorno familiar; a las personas más próximas, físicamente hablando, a la víctima, como compañeros de trabajo o vecinos; y una tercera hipótesis que varía según los casos. Así, el testigo reconoció que se descartó la existencia de un problema familiar con el hermano del fallecido, y que por ello se centró la investigación en las otras hipótesis. También confirmó el jefe de operaciones de la UCO que Antonio Montoya manejaba una “cantidad económica de dinero muy fuerte”. A preguntas del abogado encargado de la defensa de R.S.L, el que supuestamente acabó con la vida de Montoya según el Sumario, el jefe de operaciones recordó que al principio se investigó la participación en el crimen de un coche Seat Ibiza amarillo, además de que la situación económica de la empresa era “crítica”.

Muerte por asfixia Con este guardia civil se cerraron las declaraciones de los testigos y se dio comienzo a la presentación de las pruebas periciales. Dos forenses, uno por videoconferencia y otro en la sala de la Audiencia, reconocieron que se elaboraron tres informes sobre la causa de la muerte. Así, explicó que las lesiones en la cara y el cuello son un signo “orientativo” hacia la hipótesis de la asfixia. Y aunque en el cuerpo de Montoya no eran determinantes, sugirieron que se podría haber ejercido esta obstrucción “con algún tipo de presión sobre el cuello con la mano o el antebrazo”. Los forenses estimaron que la hora del fallecimiento habría sido entre las 21.00 y las 23.30, y como conclusión reiteraron la muerte por obstrucción de los orificios respiratorios. También se refirieron estos profesionales al informe elaborado sobre el estado de salud mental del acusado D.C.I. “Pese a sus dificultades, es capaz de contextualizar, aunque pueda tener alguna dificultad para situar cronológicamente unos hechos”. Sin embargo, resaltaron que no sufre un “trastorno médico grave”. Por ello, concluyeron que si existe alguna diferencia con otra persona, sería “leve”. Las siguientes pruebas periciales las presento la Jefa del Servicio de Histopatología que examinó una muestra del pulmón del fallecido. Sus hallazgos, no obstante, no presentaron elementos de cuerpos extraños. Para terminar, comparecieron en la sala dos psicólogas forenses que realizaron un diagnóstico de inteligencia límite a R.L.V. “No se trata de un trastorno psicopático que le impida interpretar la realidad”, señalaron, matizando que es “fuertemente” influenciable. A preguntas de la defensa tuvieron que explicar que “inteligencia límite” es únicamente una limitación a nivel cognitivo, “pero para lo básico no tienen ningún problema, aunque sí para cuestiones más complejas”. La defensa, por su parte, incidió en los “problemas de integración en el colegio y en el pueblo”, así como en su “influenciabilidad” a la hora de un interrogatorio. Con esto pretendían echar por tierra las declaraciones que hizo estos años atrás ante la Guardia Civil y el juez en el que describía el interior de la vivienda de Montoya, así como las ropas que vestía el día de su homicidio.