Volver a empezar

29/08/2020 - 19:58 Emilio Fernández Galiano

Llegarán tiempos nublados, días grises sin ver el sol, persianas cerradas sin abrirse, como los ojos de los muertos, que no se abren. No se oirá el bullicio, como en los ríos secos, que no se oye el agua.

Este año la reentré va a ser dura, muy dura. De hecho el año está siendo maldito. Primero el confinamiento, familias desgastadas por una convivencia obligada, o rotas por una distancia impuesta. El bicho nos está obligando a vivir una ficción más real que la vida misma. Y lo peor está por llegar. Un séquito fúnebre de crisis y penuria se asoma tras el virus. Ya no lo remedia ni la codiciada vacuna. A no ser que se inventara una contra la Gran Depresión. Algo así como una renovada New Deal, como la que implantó el presidente Roosevelt en un país hundido en sus miserias. El problema es que comparar a Sánchez con Franklin Delano es un juego de malabaristas por más que a aquél le guste emular a Kennnedy. 

Al margen del aspecto estrictamente sanitario, por sí mismo trágico, hay una vertiente social que nos va a marcar por mucho tiempo. Una especie de posguerra sin haber habido conflicto bélico. Llegarán tiempos nublados, días grises sin ver el sol, persianas cerradas sin abrirse, como los ojos de los muertos, que no se abren. No se oirá el bullicio, como en los ríos secos, que no se oye el agua. Alrededor veo demasiada tristeza, demasiada ausencia de vida ni si quiera compensada con la paz melancólica de Neruda, “me gusta cuando callas porque estás como ausente”.

Ni se apela a nuestros responsables políticos, no hay esperanza alguna salvo la que podamos aportar los zombies que sobrevivamos, si lo hacemos. Esto no lo arregla ni Roosevelt resucitado. Es como un mal sueño del que no podemos despertar. Un virus sobrevenido ha cambiado definitivamente nuestras vidas.

¿Quién se preocupa ahora de los nacionalismos? ¿Del rey emérito? ¿Hasta de unas posibles elecciones? Ya nada es lo mismo. Juan Carlos I y Messi se han ido y nos han dejado en un páramo sin arbustos, como una superficie lunar, como un campo vacío en el que compiten 22 jugadores sin aplausos. Es patético. O cruel. 

Tras el New Deal, Estados Unidos resucitó de la Gran Depresión cuando ya nadie creía en el futuro. Pensemos que es posible y que siempre hay un volver a empezar. Efectivamente, depende de nosotros. Yo he empezado enviando este artículo, y eso que tengo la moral por los suelos.